“La caída” de Lucía Puenzo: entre el caos y la amargura
La natación es un deporte de agallas y es por eso que, no todos los que se dedican a la práctica de dicha competencia pueden triunfar. La mayoría se pierde en el camino o se fractura y son consumidos por alguna enfermedad terrible o depresión, que los lleva por caminos inusuales y de consecuencias altamente severas para la salud y también para su desarrollo deportivo y cognitivo. Todo esto aunado a condiciones a veces deplorables para tratar sus males ya que, en varios países de América Latina este tipo de deportes, por lo general, se practican por amor al arte ya que las federaciones deportivas suelen desaparecer los fondos.
Entre los que triunfan siempre hay uno que otro que lo logra con muchas influencias o incluso a través de ciertos favores. Todo esto, tampoco puede desacreditar el trabajo diario que ejercen muchos atletas de la natación, que se cuidan físicamente y también llegan a domar el viento y las aguas de las piscinas en las que sus cuerpos se mueven como hoja sobre el viento, llegando a retar algunos elementos de la física elemental, la cinética o incluso la estática.
La siguiente historia, nos dirige hacia la película “Dive” (La caída) de la cineasta de origen argentino Lucía Puenzo. En esta cinta, la autora nos cuenta la historia de una nadadora veterana que está en el último escalón de su carrera y lucha ferozmente por demostrar que aun puede competir y que, la edad es solo un número cuando la dedicación y la perseverancia van unidas con el compromiso de un mejor mañana. La obra da un giro radical, que nos deja absortos, cuando nos damos cuenta de la historia triste y oscura de Mariel y Nadia dos nadadoras que en medio de la búsqueda del éxito se convirtieron en víctimas de abuso tanto físico como sexual.
El guion de Lucía Puenzo es desgarrador. La autora nos lleva por los pasajes más siniestros de las organizaciones deportivas que, en algunos casos, tienen en sus filas a personas que se aprovechan de quienes anhelan el éxito llevándolos con esto a caer de manera frecuente en abismos de los que, parece ser, no hay una salida habitual y mucho menos quien los pueda sacar. Es ahí cuando surge el amor mutuo y la unidad que hace de este tipo de historias verdaderos testimonios de amor y también de dolor.
La fotografía de esta película es otro elemento a destacar, ya que nos muestra en diferentes planos la historia y también nos da la cálida imagen del agua que posteriormente aparece con furia, -misma que habita en el interior de Mariel y Nadia- al no poder denunciar al entrenador puesto que: una de ellas es su sobrina, la otra es menor de edad y ambas le temen al que dirán y prefieren el terrible silencio que las lleva por senderos espinosos, llenos de rencor y amargura. Todo esto hace que ambas fortifiquen sus lazos de amistad y logren que el apoyo mutuo sea un lenguaje de unidad antes de contar todas las atrocidades a las que han sido sometidas mientras intentan alcanzar la cima del éxito.
“La caída” es una película construida con amor pero también con todo el dolor que habita en la memoria de quienes buscando triunfar, fueron sometidos a formas horrorosas de tormento que rayaban entre lo atroz y lo deleznable que puede llegar a ser el hombre cuando tiene algo de poder y el mismo lo ha cegado por completo y con sus acciones también ciega el camino de quienes están a su alrededor.
“La caída” también se puede interpretar como una luz de esperanza en medio del abismo en el que han caído quienes han sido abusados de diferentes maneras y aun tienen marcas y las mismas, aun están en su cuerpo y su alma, semejando una mancha imposible de borrar y con ello también las secuelas del daño que éstas han dejado. Lucía Puenzo, supo narrar en su obra -con honestidad e hidalguía- toda la tristeza que habita en quienes siguen sufriendo las diferentes formas de abuso tanto físico como sexual.