La laureada perdida y olvidada, y finalmente recuperada para la historia del Regimiento de Ingenieros nº 7
Artículo del suboficial mayor del Regimiento de Ingenieros nº 7, Antonio Manuel Galán García.
Molière, escritor y dramaturgo francés dijo:
“Nosotros no participamos de la gloria de nuestros antepasados, sino cuando nos esforzamos en parecérnosles”.
La presente historia relata los hechos acaecidos en el Madrid de 1856, durante unas jornadas convulsas, donde se desarrollaron revueltas sociales, sublevaciones, etc. que atentaron contra los órdenes público y constitucional establecidos.
Los protagonistas son, por un lado, el Ejército en el que se integraban los efectivos del Regimiento Real de Ingenieros (antepasado y del que es heredero directo según normativa el Regimiento de Ingenieros 7), así como otras unidades militares, fueron movilizados y desplegados en la capital de España al objeto de reprimir los desórdenes y la sublevación que ponían en peligro al Gobierno legítimo de la nación, y por otro, los efectivos de la Milicia Nacional.
La Milicia Nacional, se trataba de un cuerpo de ciudadanos armados con el propósito de mantener el orden público y defender el régimen constitucional. Aunque tuvo su origen en el siglo XVIII, fue regulada por primera vez en la Constitución de 1812, instituyéndose por primera vez en España la Milicia Nacional, como organización cívico-militar, siendo reconocida como fuerza combatiente, junto a las tropas regulares del Ejército.
Ésta, se encontraba separada del ejército regular y se organizaba en dos armas: infantería y caballería. Sus oficiales, eran elegidos por su tropa. El número de ciudadanos obligados a prestar servicio en la milicia, se estableció en 30 por cada 1.500 habitantes mayores de 30 años y menores de 50, que debían servir ocho años. No podían formar parte de la Milicia Nacional los funcionarios públicos, los ordenados “in sacris” (en las cosas sagradas), los miembros de facultades científicas o de humanidades, ni los diputados nacionales y provinciales. De despliegue provincial, el servicio no debía ser continuo como el Ejército, siendo activados cuando las circunstancias lo requirieran.
El rey, disponía de las milicias, con la autorización de las Cortes. Este personal, cumplía tareas de seguridad y orden en el interior del país. La Milicia Nacional, como tal, desde su creación, fue en varias ocasiones disuelta y restablecida, como consecuencia de diversos avatares políticos acaecidos durante el siglo XIX. Siendo disuelta definitivamente, por el gobierno de Cánovas del Castillo en 1876.
Los actos protagonizados por los ingenieros militares, durante los días 14, 15 y 16 de julio de 1856 en Madrid, son dignos de recordar y homenajear, por parte del Regimiento de Ingenieros 7, el próximo 30 de mayo con motivo de la celebración del día de San Fernando, patrón del Arma de Ingenieros. La reina Isabel II, nombró presidente del Gobierno al general O´donnell el 14 de julio, y la publicación de su nombramiento fue acompañado de la declaración del “estado de guerra” en toda España, en previsión de revueltas. En la corte, se manifestaban síntomas donde podía verse alterada la autoridad y la tranquilidad pública, debido a los actos de protesta y la tensión que se palpaba en las calles madrileñas.
Por la tarde de este día, un grupo de diputados se reunieron en el hemiciclo del Congreso de los Diputados para votar casi de manera unánime la censura del nuevo gobierno, porque significaba la introducción de “una política diametralmente opuesta” a lo que las Cortes habían manifestado hasta entonces. Al no conseguir ser recibidos por la reina, se encerraron en el Congreso donde pasaron la noche de los días 14 y 15 de julio.
El gobierno, ante esta situación, creyó deber tomar algunas precauciones, entre ellas, se alertó a la guarnición sobre las armas, presentando en fila un total de 6.808 efectivos del Ejército y de la Guardia Civil, 2.216 caballos y 40 piezas de artillería, incluyendo en éstos, a los 3 jefes, 34 oficiales y 980 de tropa del Regimiento Real de Ingenieros.
El primer plan, se reducía a concentrar a todas las fuerzas en las inmediaciones de Palacio y Buenavista, y se fijó una línea de comunicación entre ambas posiciones por la calle Mayor, Puerta del Sol y calle de Alcalá. Debido a la evolución de los acontecimientos, este plan se modificó, abandonándose la línea de comunicación interior y recibiendo las fuerzas que la ocupaban orden de replegarse a Buenavista, no sin haber encontrado oposición por parte de componentes de la Milicia Nacional, que se habían establecido en la calle de Alcalá.
Llegadas estas tropas a Buenavista, formaron en columna frente al convento del Carmen, verificándolo luego en batalla, ocupando ambas aceras, hasta la esquina de la calle del Turco, constatando lo mismo por hileras un batallón del Regimiento de Ingenieros.
El Regimiento de Ingenieros (excepto la tropa de guardia en palacio y otra compañía, que durante la noche de este día fue al mismo punto por la ronda, conduciendo útiles y pertrechos), participó en las acciones de aquel lado. En este contexto, los otros protagonistas de estos hechos acaecidos, la Milicia Nacional convocada por sus jefes, se reunía con la aparente intención de mantener el orden público, ocuparon casas y balcones, circunstancia que denotaba el espíritu de hostilidad de que se hallaba animada.
Había decidido enfrentarse al gobierno, con el uso de la fuerza. Ante esta situación, el mando, ordenó al Regimiento de Ingenieros que dos compañías de Ingenieros ocuparan las Cortes, el resto del batallón de Ingenieros ocupó el Teatro Real; excepto las compañías de Zapadores Bomberos que hicieron lo propio en la Plaza Mayor. La Milicia Nacional de Madrid, ascendía a 16.000 infantes, 200 caballos y 16 piezas de artillería.
Durante el día 15 de julio, se sucedieron en las calles de Madrid, combates que enfrentaron a la Milicia Nacional y a los ingenieros militares, los cuales con su actitud, entrega y valentía contribuyeron eficazmente, a sofocar la sublevación, restableciendo con ello los órdenes público y constitucional vigentes.
A primeras horas del día 16 de julio, la resistencia se había desvanecido y el gobierno decretaba entre otras medidas la disolución y entrega de las armas a los integrantes de la Milicia Nacional, por su participación activa en las revueltas y desórdenes públicos señalados durante los días 14 al 16 de julio de 1856. El Ejército, entre cuyas unidades se encontraba el Regimiento Real de Ingenieros, participó de forma destacada, resuelta y brillante en la restauración de la seguridad ciudadana, mediante el desarme de la Milicia Nacional de Madrid.
En reconocimiento a los servicios prestados, por su actuación y heroico comportamiento, modelo de subordinación y disciplina, la reina Isabel II, se dignó en conceder al Regimiento Real de Ingenieros (antepasado y del que es heredero directo según normativa el Regimiento de Ingenieros 7), el uso perpetuo en sus banderas y estandartes de la Corbata de la Real y Militar Orden de San Fernando, como comprendido en el artículo 38 del reglamento de la misma, por (R.O. 27-08-1856), publicado en la Gaceta de Madrid núm. 1.333, el 28 de agosto del año de los hechos, con la leyenda “Desarme de la Milicia Nacional de Madrid los días 14, 15 y 16 de julio de 1856”.
La Cruz Laureada de San Fernando:
Es la máxima recompensa militar en España. El valor heroico es la virtud sublime que, con relevante esfuerzo de la voluntad, induce a acometer excepcionalmente acciones, hechos o servicios militares, bien individuales o colectivos, con inminente riesgo de la propia vida y siempre en beneficio de la Patria o de la paz y seguridad de la Comunidad Internacional.
Sin embargo, por qué titular, este artículo como “La laureada perdida, olvidada y finalmente recuperada de la historia”
La gran paradoja, fue que, a pesar de haber sido reconocida de forma oficial de acuerdo a la normativa vigente, no se encontraba impuesta dicha condecoración en el Estandarte del Regimiento de Ingenieros 7. En octubre de 2016, el Regimiento de Ingenieros 7, tras realizar la investigación correspondiente y entendiendo que cumplía todos los requisitos legales, solicitaba la concesión.
En noviembre del mismo año, el Instituto de Historia y Cultura Militar, organismo competente al efecto, una vez verificado que se ajustaba a normativa, reconocía oficialmente al RING-7 derecho al uso en su Estandarte (enseña nacional para unidades militares que fueron montadas) de la “Corbata de la Real y Militar Orden de San Fernando”.
El 30 de mayo de 2017, con motivo de la festividad de san Fernando, patrón de los Ingenieros Militares, durante el acto militar celebrado, de forma solemne como requería la ocasión, se impuso la mencionada Corbata al Estandarte del Regimiento de Ingenieros 7.
De esta manera, la “Laureada” perdida y olvidada, se recuperó para siempre.
Este artículo pretende ser un homenaje, en el CCXVI aniversario del patronazgo de San Fernando para todo el Arma de Ingenieros que se celebrará el próximo día 30 de mayo, a nuestros compañeros de armas que nos antecedieron sirviendo de manera ejemplar en nuestro Regimiento. Como herederos directos del mismo, los componentes del RING-7 nos esforzamos en parecernos, a aquéllos que nos precedieron en su entrega, dedicación y servicio a España. Nos sentimos orgullosos de este pasado glorioso, que junto a otros innumerables hechos heroicos han convertido a nuestra unidad no sólo en la más antigua, sino en la más condecorada del Arma de Ingenieros.
¡VIVA EL REGIMIENTO DE INGENIEROS 7!