Depósito nº 1 del Archivo Intermedio Militar de Ceuta
Espionaje alemán en Ceuta
Secretos del Archivo Intermedio Militar de Ceuta. Coronel Antonio Carrión Manzanares, director del Archivo Intermedio Militar de Ceuta
El Archivo Intermedio Militar de Ceuta, en su afán por acercar a los ciudadanos el Patrimonio Documental que custodia en sus depósitos, quiere dar a conocer una historia basada en documentos clasificados “SECRETOS” y que el Ministerio de Defensa desclasificó el pasado año 2019.
Finalizando la segunda gran guerra, en este pequeño territorio español de Ceuta ocurrieron unos hechos que trascendieron a las más altas esferas de la diplomacia norteamericana y británica en España y por consiguiente tuvieron un impacto relevante en el gobierno de nuestra nación.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el control del flujo marítimo del estrecho de Gibraltar fue crucial tanto para los ALIADOS como para el EJE. Es por tanto que los territorios costeros del Protectorado español de Marruecos desde Melilla hasta Larache, así como las plazas de soberanía Ceuta y Melilla fueron objeto de recelo y de permanente sospecha por los países aliados de que España, en estos territorios, permitiese e incluso participase en el establecimiento de bases de apoyo a submarinos alemanes e italianos que operaban en el Estrecho. En la misma línea, y no menos peligroso para los aliados, estos pensaban que España podría permitir e incluso apoyar activamente el funcionamiento de puestos de observación que informasen del tráfico de buques de guerra y de convoyes de abastecimiento aliados por el estrecho de Gibraltar, convirtiéndose estos, en objetivos extremadamente rentables para submarinos alemanes e italianos.
Cierto fue que, durante este periodo, numerosos buques aliados fueron hundidos por los temibles y eficaces sumergibles alemanes en el estrecho de Gibraltar. Como veremos más adelante, una vez más en la historia de Ceuta, ésta, ya casi en la mitad del siglo XX, continuaría siendo un enclave estratégico en la geopolítica mundial. Como consecuencia de ese permanente recelo por parte de los Aliados, estos presionarían a España para impedir el presunto apoyo al EJE. Este acoso se agudiza con la entrada de los Estados Unidos en la guerra y su desembarco en el Marruecos francés y en Italia.
Debido a esa presión ejercida por las potencias aliadas, especialmente por los Estados Unidos, en 1944, el alto comisario, teniente general Orgaz, ordenó a la Delegación Gubernativa de Ceuta investigaciones, algunas de ellas con registros incluidos, tanto en los domicilios como en las oficinas de los vicecónsules y agentes extranjeros, especialmente de los alemanes. Estas operaciones policiales fueron muy poco fructíferas. Aun así, y al objeto de mantener el difícil equilibrio de las relaciones diplomáticas con los aliados, el Alto Comisario ordena expulsiones Ceuta de varios súbditos alemanes, entre los que se encuentra uno de los protagonistas de nuestra historia, Kurt Meyer, vicecónsul alemán en Ceuta.
Así comienza nuestra historia
Los norteamericanos, por la traición de uno de los miembros de una red de espionaje alemán establecida en Ceuta, y no por ninguna brillante actuación de sus agentes de inteligencia, descubren la existencia de ésta.
Como consecuencia de ello, el cónsul general de los Estados Unidos en Tánger, Mr. Rives Childs, decidido a que España proceda a su desmantelamiento y ocultando sus verdaderas intenciones, acuerda con el Alto Comisario del Protectorado de España en Marruecos, el teniente general Orgaz, que el agregado Naval de los EEUU al Consulado, el capitán de fragata, Gilmore, realice un reconocimiento de la costa en dos direcciones: una entre Tánger y las Grutas de Hércules hacia el sur (costa Atlántica), y la otra entre Tánger y Ceuta hacia el norte. El objeto de esta visita o recorrido era demostrar a los Estados Unidos la neutralidad de España en el conflicto mundial, a fin de que los norteamericanos disiparan sus sospechas sobre el establecimiento de bases, con apoyo español, de submarinos de guerra alemanes e italianos en sus territorios costeros del protectorado, así como en la ciudad de Ceuta.
Durante este reconocimiento en Ceuta, el 21 de febrero de 1945, Mr. Gilmore solicita efectuar un registro de la vivienda en la calle Teniente Pacheco nº 16, 2º piso, domicilio del vicecónsul alemán en Ceuta Kurt Meyer. Autorizado el registro por el delegado del Gobierno, la policía se incautó de: dos aparatos radio-emisor de 7 lámparas completo, tres gemelos prismáticos, un aparato de claves, y una maleta precintada conteniendo abundante documentación de texto alemán, algunos telegramas, y una papelera conteniendo papeles rotos de texto alemán, también precintada.
Denuncia del Consulado Norteamericano
EL 21 de febrero de 1945, es decir el mismo día que se efectuó reconocimiento en Ceuta por el agregado Naval Norteamericano, Mr. Childs le dirige una carta al Alto Comisario. En ésta denuncia la existencia de una red de espionaje alemán en Ceuta con el establecimiento de puestos de observación sobre el estrecho de Gibraltar, dando a entender además que, si estas actividades no envuelven directamente a los servicios de inteligencia españoles, ciertamente revelan una singular complacencia por parte de las autoridades de Ceuta
El Alto Comisario responde
El alto comisario, el general Orgaz, le responde al cónsul norteamericano que España mantiene la neutralidad en el conflicto, niega que las autoridades españolas tuvieran conocimiento del asunto y por supuesto la participación de funcionarios civiles o militares en dicha red. Le dice, además, que ha designado a un juez quien se ha hecho cargo de toda la documentación incautada y tiene orden de proceder con la mayor diligencia.
Primera investigación ordenada por el Alto Comisario
Como consecuencia de la denuncia norteamericana, el teniente general Orgaz, jefe del Ejército de Marruecos y Alto Comisario, designa al teniente coronel de Ingenieros, jefe del Batallón de Transmisiones de Marruecos, León de Urzain Guzmán, juez instructor para practicar una información lo más amplia posible que permita descubrir las ramificaciones del servicio de información alemán en Ceuta.
De las indagaciones practicadas por el instructor reflejadas en un informe que dirige al general Orgaz, se deduce que Alemania tenía una organización en esta plaza cuyo objeto era conocer rápidamente las particularidades del tráfico marítimo por el estrecho de Gibraltar. Para ello disponía, por lo menos, de dos observatorios dotados de observadores, radiotelegrafistas y estaciones radiotelegráficas. De estos dos sólo llegó a funcionar uno de ellos, establecido en el domicilio de Kurt Meyer, vicecónsul alemán en Ceuta, de 62 años, natural de Hamburgo (Alemania), comerciante alemán de respetabilidad y solvencia acreditadas durante su larga permanencia en Ceuta, sito en la calle del Teniente Pacheco nº 16, 2º piso izquierda. Disponía este observatorio de una estación radiotelegráfica transportable en una maleta, accionada por la corriente eléctrica del alumbrado público, de unos 40 o 50 vatios de potencia, lo que le proporcionaba un alcance considerable y que estaba instalada en la azotea y disimulada entre unas macetas con plantas. Otro observatorio iba a ser instalado en el Bar Madrid sito en Villajovita con un equipamiento similar al anterior. Éste observatorio no llegó a funcionar. Los observadores y radiotelegrafistas eran jóvenes españoles licenciados del Batallón de Transmisiones de Marruecos y del Regimiento 49 de Artillería, que habían servido en la División Española de Voluntarios (División Azul) reclutados en Ceuta por el coronel Recker, agregado militar alemán en Tánger. Como curiosidad, uno de ellos fue captado por dicho coronel en el bar Vicentino de Ceuta.
De las declaraciones efectuadas por todos los presuntos miembros de la red de espionaje, todo apunta a que Alarcón (un miembro de la red), al ser despedido por los alemanes, por no ser merecedor de su confianza, vendiera toda la información a los norteamericanos, ya que, por un lado, dice Ruiz en su declaración, que Alarcón pensaba comprar una panadería valorada en más de 70.000 pesetas. Por otro lado, se observa que la denuncia sobre esta red, expresada por la Legación Norteamericana, tiene datos imprecisos e incompletos sobre la misma que casualmente coinciden con el conocimiento sesgado que tenía Alarcón, consecuencia de la organización estanca de los observatorios diseñada por Kurt Meyer.
Con este informe, el Alto Comisario, asesorado por su general jefe del Estado Mayor, decide la puesta en libertad de todos los investigados.
Estados Unidos no acepta la resolución adoptada por España. Se reabre el caso de espionaje
EL 12 de marzo de 1.945, La Embajada de los Estados Unidos en España, remite una nota verbal al ministro de Asuntos Exteriores manifestando su descontento por lo resuelto por el Alto Comisario.
En las altas esferas nacionales continúan las quejas y la inconformidad del embajador norteamericano a las que se ha unido la diplomacia británica. Como consecuencia de ello el ministro de Asuntos Exteriores, el 21 de abril, ordena al Alto Comisario que se reabra la investigación.
Para ello, el general jefe del Ejército de Marruecos y alto comisario, teniente general Varela, como autoridad jurisdiccional, designa al coronel jefe del Tercio Duque de Alba 2º de La Legión Fernando García Valiño y Marcen juez instructor para que realice una amplia y rápida investigación que abarcará organización y actuaciones de servicios de espionaje a favor del Eje, realizados en la plaza de Ceuta con motivo de la instalación de una estación clandestina radio-emisora en el domicilio del súbdito alemán Kurt Meyer, calle Teniente Pacheco nº 16 y conexión con ella de cualquier persona española o extranjera que pudieran estar implicadas.
Segunda investigación: Causa Judicial
Con la apertura de la causa judicial y tras prestar declaración ante el juez instructor, éste decreta prisión preventiva para Centeno, Balbino Fernández Abella, Neila, Alarcón, y Ruiz Jaime. Todos ingresan en la prisión militar del Hacho entre el 21 y el 25 de junio de 1945. Kurt Meyer, que se encontraba en un campo de concentración de Caldas de Malavella (Gerona) es trasladado a Ceuta a ingresa en la prisión del Hacho el 26 de febrero de 1946. Son Juzgados por un delito un delito de espionaje, cometido en España en tiempo de paz y en beneficio de una nación beligerante, previsto en el recién promulgado Código de Justicia Militar.
El 14 de febrero de 1.946, a las 17 horas en la Fortaleza Militar del Hacho se celebró el
Consejo de Guerra Ordinario. El Tribunal dictó sentencia que decía:
“Que debemos condenar y condenamos a los procesados Kurt Meyer, Centeno, Neila, Balbino, Alarcón y Ruiz, a la pena de SIETE MESES DE PRISIÓN para cada uno de ellos, con la accesoria también para cada uno de suspensión de todo cargo público, profesión, oficio y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena, como autores del delito calificado, sin la concurrencia de circunstancias modificativas, abonándoles la prisión preventiva que hubieren sufrido por razón de esta causa, sin que haya lugar a exigir responsabilidades civiles, y debiendo decomisarse los instrumentos y efectos del delito. El 19 de febrero de 1.946 son puestos en libertad todos los procesados y presos en la Fortaleza Militar del Hacho, excepto Kurt Meyer ya que según consta, le quedaban por cumplir 11 días para los 7 meses (6 meses y 30 días)”.
Fortaleza Militar el Hacho. Foto cedida por el RAMIX n.º 30
Con esta resolución judicial las diplomacias norteamericanas y británicas se dan por satisfechas y el asunto queda zanjado.
Epilogo de la historia
Existió una red de espionaje alemán en Ceuta dirigida por Kurt Meyer, vicecónsul alemán y comerciante afincado en la ciudad con prestigio y bien considerado desde hacía más de 20 años. Quizás su país le exigió cumplir, sin elección con esa misión, a través del coronel agregado militar alemán en Tánger.
La misión principal era el de identificar e informar sobre los buques de guerra y mercantes de los aliados que circulaban por el estrecho de Gibraltar, para que estos se convirtieran en objetivos rentables de los submarinos alemanes.
Básicamente se estableció un puesto de observación y enlace en la casa de Kurt Meyer en la calle Teniente Pacheco nº 16, aunque inicialmente se iba a establecer otro más en el Bar Madrid en Villajovita.
Centeno, empleado de la Junta de Obras del Puerto, gran amigo y hombre de confianza de Kurt Meyer, era el intermediario con los españoles que conformarían los puestos de observación para pagarles su salario y dar instrucciones.
El agregado militar alemán, coronel Recker, reclutaba a los operadores de los observatorios que enviaba a Madrid para formarse en: el manejo de la emisora, en el aparato de claves y en la identificación de buques.
La mayor parte de los operadores eran jóvenes españoles, militares licenciados, que habían servido en la División Española de Voluntarios (División Azul).
Un miembro de la red, al ser despedido del servicio, vende la información a los norteamericanos que presionan a España para que desmantele dicha red.
España, probablemente influenciada por el rumbo que iba tomando el conflicto mundial en esos momentos, en el que los Estados Unidos estaban ganando la guerra, y que además estos amenazaban a España con no abastecerla de combustible si apoyaban a los alemanes, se ve abocada a contentar a los aliados y obrar contra los que habían sido los suyos años atrás, desmontando la red de espionaje y castigando, aunque fuese con vehemencia, a los implicados.