Ni con el odio ni con el victimismo se gobierna una ciudad
La semana pasada dije que había que ir a votar, pero no por miedo. Había que ir a votar por la libertad, por los derechos y por la igualdad. Y lo hicimos.
Por fin, hemos podido demostrar que Ceuta no estaba dormida y que todavía existe la esperanza del cambio, la añoranza del progreso.
Hemos hecho historia, y será la historia la que nos demuestre de nuevo que cuando la izquierda gobierna la vida de las personas mejora y se dignifica.
Ahora vienen las locales. Los partidos que concurren a las elecciones autonómicas han puesto la maquinaria en marcha, pero éstas no han empezado muy bien, por decirlo de la manera más suave posible.
A nadie se le puede escapar que el discurso del odio al diferente y la xenofobia están presentes, como presente está el victimismo. Ambas cuestiones se retroalimentan, se necesitan y consumen la democracia.
Ni con lo uno ni con lo otro se gobierna una ciudad. A una ciudad como Ceuta se le gobierna con ideas, con propuestas, con un programa electoral que apueste por la interculturalidad, por la igualdad, por la priorización del mercado y el comercio, por el incentivo empresarial, por la sostenibilidad, por la conectividad, por el afianzamiento dentro de Unión Europea, por la educación, por la adquisición de más competencias, por la renovación radical de la política de la subvención, por la trasparencia y el derrumbamiento del amiguismo. En definitiva, por la visualización de Ceuta como una ciudad con perspectiva de futuro. Se gobierna con un proyecto de ciudad, que ahora mismo nadie nos está ofreciendo.
Por eso, espero que exista una reflexión y no sigamos siendo testigos de una campaña vacía y sucia.
Deseo que lo que hemos visto estos días en las redes y en los medios de comunicación sea un reflejo que acabe diluido por el sentido común. Espero que quienes se presentan para alcanzar la Presidencia estén a la altura de unos tiempos donde se ha podido comprobar que la confrontación y la jauría están a años luz de lo que quiere la ciudadanía.
Por supuesto que hay que frenar al partido que divide y señala al diferente con aires de superioridad, pero no es menos verdad que no hay que demostrar continuamente que aquí no hay una población de primera y de segunda.
¿Sabéis por qué?
Porque si no nos lo creemos acabaremos por convertirlo en verdad.
Haced que no sumen.