Los remedios que no remedian
¿En la planificación y gestión de los remedios contra la pandemia se ha pensado en las mujeres? Y si es así, ¿en qué clase de mujeres?, ¿en las de clase social privilegiada y de estatus elevado?, ¿en las empleadas a jornada completa con sueldos minúsculos?, ¿en las empleadas de labores domésticas y familiares?
Las consideraciones que se exponen a continuación ponen el foco; no en la minoría de mujeres dirigentes, que gozan de determinados privilegios económico-sociales, sino sobre la mayoría, de las mujeres integradas en el mercado del trabajo y que pertenecen a las clases medias y bajas del estrato social, también de aquellas que ocupan los puestos medios e inferiores en la jerarquía de las empresas y que forman parte de la diversidad étnica y cultural de la sociedad en la que vivimos.
Se sabe que, ante las crisis económicas y sociales, ellas son las grandes perdedoras porque se ven obligadas a ocupar los trabajos más precarios, invisibles y peor remunerados, por no decir, que muchas son enviadas al paro por la supresión de sus puestos de trabajo, esto conlleva el retorno al hogar, asumiendo el cuidado de la familia, con menos recursos materiales.
En el caso de familias monomarentales, compuestas por hijos y madres, ocurre con frecuencia, que estas mujeres deben acudir a su puesto de trabajo, asumiendo el riesgo que presenta la situación sanitaria actual, poniendo en riesgo su salud y la de sus hijos y la de otras mujeres próximas a ellas, y que, además, son más invisibles aun, estas mujeres anónimas son las que ancestralmente vienen sosteniendo las principales redes de ayuda inter-generacional, como son las abuelas de las criaturas (maternas o paternas).
Nos encontramos con madres trabajadoras, en este momento de pandemia, que cuentan con incompatibilidades horarias, escolares de sus hijos e hijas. Y que en estos momentos están atravesando, en soledad un problema que no debería tratarse como algo personal, sino social. En este sentido, son las instituciones quienes, en pleno siglo XXI, que se glorifican de un Estado democrático, deben da respuesta y hacer honor a los derechos y deberes que le corresponden como garantes de la ley y de la justicia social a este colectivo, visiblemente desfavorecido. Y no el silencio por respuesta y el sálvese quien pueda.
Las mujeres trabajadoras se ven obligadas a recurrir a soluciones individuales, ante el abanico de situaciones diarias que se les presentan, pero todas con la misma problemática, LA CONCILIACIÓN. La posibilidad de conciliar sus tareas relativas al puesto de trabajo con las de atención a sus hijos e hijas. Estas madres sufren verdaderas situaciones de estrés, por la toma de decisiones y los remedios que establecen para poder solucionar, de la mejor manera posible lo que esta sociedad patriarcal les ha asignado.
- Familias monomarentales, que no tienen allegados en la localidad, con los que contar. Dependiendo del trabajo que desempeñen y del nivel de tolerancia de sus superiores, podrán conciliar en mayor o menor medida, eso sí, siempre contando con la improvisación y el factor suerte, que son el origen del estrés y la ansiedad.
- Las mujeres que dejan a los menores bajo el cuidado de sus hermanos mayores, el término mayor, en este caso, está desvirtuado, porque puede oscilar entre los 13 y 16 años.
- Las mujeres que, teniendo familiares próximos, no pueden acudir a ellos por diversas causas, porque están enfermos, porque son mayores, o también trabajan.
- Mujeres que intentan controlar el colapso familiar, haciendo uso de las nuevas tecnologías para sus criaturas, de esta forma se aseguran de tener a los menores durante un tiempo solos en el hogar, sin molestar, tranquilos y entretenidos, considerándose esta nueva modalidad como las “Cuidadoras Más Baratas y Eficientes”, Se trata de una solución recurrente, con granes problemas socio-sanitarios para el futuro.
Es urgente que se deje de mirar hacia otro lado, y pongan remedio, ante esta imposición de tareas forzosas, en las que se encomienda a la mujer un trabajo en beneficio de una sociedad androcéntrica y retrógrada, y que sigue marcando nuestro día a día, el movimiento feminista alza la voz, en nombre de aquellas mujeres, que son utilizadas por el patriarcado y que se niegan a seguir siendo el recurso gratuito de esta crisis sanitaria y socio-económica. Por un presente digno y un mañana libre.
Firman “Las Sinsombrero”
Las Sinsombrero: Grupo de mujeres artistas españolas, correspondientes a la generación del “27”. Destacan sus aportaciones en el sector de la escritura, pintura, escultura, filosofía e ilustración, etc. Rompieron con las normas, durante los años “20”, una de las acciones más reivindicativas, y por las que se las recuerda, fue quitarse el sombrero en plena Puerta del Sol, Madrid, de este modo el mensaje que transmitían era el de liberar las ideas y las inquietudes, este gesto las convirtió en rebeldes, por abandonar el corsé de la época, por lo tanto, no conformarse con el papel de esposas y madres.