Un lugar de partida. Un lugar en el que estar

Wuppertal-Alemania. Un español en Alemania 101

Homenaje y reivindicación. Acción, reacción. De la realidad a la ficción. 

Mi serial “Un español en Alemania”, reflexiona en ‘Un lugar de partida’ sobre el sentido de pertenencia y la migración. «Lo personal, muchas veces me e basado en la experiencia de mis padres, mis tíos emigrantes en Alemania en los años 60, y mi familia, que se instaló en 2013 en Alemania. «Es muy curioso ver cómo cada uno de mis padres y mis tíos vivieron la emigración de manera diferente y cómo al marcharnos por motivos de trabajo mis padres, mis tíos y yo, con circunstancias muy distintas, seguramente hemos tenido conflictos similares, como la añoranza, la deslocalización, la búsqueda de un lugar que poder considerar propio...», reflexiono en mi serial, que buceando en mi propia historia familiar para entenderme a mi mismo, pero también en una sociedad que muchas veces impulsa estos desplazamientos de población sin ser consciente de todas las adversidades que implican. «No es lo mismo un lugar al que ir y un lugar en el que estar», insisto tras remarcar la importancia de poder o no arraigarse y poder o no desarrollar la vida en el lugar en el que se quiere. Mi creación comparte, buscaba poner en cuestión hasta qué punto este tipo de fenómenos responden verdaderamente a decisiones personales. «El franquismo animaba a salir de España con una promesa de prosperidad que sedujo a muchísima gente. Igual que los coletazos de la crisis inmobiliaria llevaron al éxodo a muchísimos jóvenes que querían buscarse un futuro. Pero nadie estaba teniendo en cuenta las consecuencias personales, emocionales y vitales, que tenía para nosotros el desplazamiento», comparto de ahí el título de un español en Alemania , ‘Un lugar de partida’, un capítulo que «no solo hace referencia al inicio de un viaje, también a la fractura que se sufre cuando tienes la cabeza y el corazón en un sitio mientras que el cuerpo está en otro».

El serial , me emociona, es especial. «Es un homenaje a mi familia, por lo que he tenido que hilar muy fino la frontera entre realidad y ficción, pero también es la historia de un millón de españoles que en esa década tuvieron que salir del país por lo que cualquier lector se podrá ver identificado ya que los conflictos de los que hablo son similares para todos».

«En ‘Un español en Alemania’ se habla de la libertad y la toma de decisiones conscientes. Los capítulos plantean el interrogante de saber hasta qué punto las decisiones individuales no lo son tanto y son los países y las instituciones quienes las toman por nosotros. También hablo de una cuestión fundamental como la conocida como ‘fuga de cerebros’ con la marcha del país de los jóvenes mejor formados; planteo cómo se sigue sin dar soluciones a la población migrante que busca refugio mucho más allá de nuestras costas y reflexiono sobre la complicada situación de la mujer en los años sesenta, la pérdida cultural e idiomática que supone un traslado y la enfermedad asociada a la distancia».

Un lugar en el que estar

“La España de Francisco Franco No había ni azúcar, me contaba mi padre con su memoria prodigiosa y su verborrea que hablaba con pausa y certeza de su propia historia. “Lo que comíamos eran sardinas en lata, y en el frente de batalla, en plena Guerra Civil lo que hubiera. Comíamos alfalfa, y hasta ratas, que las matábamos de noche con un palo porque estábamos comiendo solo aceitunas. A las ratas las peleábamos, les quitábamos la piel, las metíamos en el fuego, las pasábamos y comíamos eso. Ratas, conejos o lo que hubiera”. El tren fue el que les trajo hasta Alemania a Hückeswagen. También de ese nombre difícil se acordaba. Y de que cuando llegaron no había terminal de pasajeros y por eso pusieron unas tablas en las vías con una alfombra encima para que cruzasen a tierra firme sin caerse al andén de Hückeswagen, que está a menos de una hora de Düsseldorf, escoger el exilio o el paredón. Así que aquí llegaron con sus maletas llenas de recuerdos y mudas de ropa remendada y se fueron directos a un hotel, que acababan de inaugurarlo hace poco en Hückeswagen. Y en seguida hablaron con el dueño español, y mi padre le dijo que era cocinero y encontró trabajo al minuto. “Venga usted mañana”. En el se quedaron un tiempo y en esa época no tenían ni casa ni habitaciones. Mi padre dormía en una hamaca.

Un lugar de partida

El sol ya se había escondido y hacía mucho frío. El aeropuerto era gigantesco, en pocos segundos la brújula había cambiado de dirección. Llegaron las inseguridades, los miedos y las maletas que pesaban un mundo. Pero la ilusión estaba allí, permanente. Era el inicio de un viaje que llegó de forma inesperada, y que no ha dejado de dar sorpresas a cada segundo. Esta es una historia contada en primera persona. Es la más íntima que he compartido. Aquí exploro mis más profundos sentimientos y los comparto de forma inédita. Es mi corazón de emigrante.

Llegué a ciegas a Alemania  sin saber qué encontraría, pero sí muy seguro de lo que venía a hacer. La noche fue larga, tardó en amanecer. Hasta el momento no echaba de menos todo lo dejé atrás, mi cálida España; pero todo cambió diez días después. Seguro esto es lo que sienten todos que abandonan su país por perseguir sus sueños, por un nuevo amor o en el peor de los casos, porque viven situaciones políticas y social inexplicables en el sitio que les vio nacer.

Nunca antes había sido inmigrante. Ahora los entiendo más que nunca. Cuando sales, amas a tu país como jamás habías amado. Las rutinas que en su momento eran insignificantes, ahora son las más importantes. Pero en medio de esa nostalgia (que es inevitable sentir), hay algo que mueve al corazón, la mente y las manos por seguir adelante. Los más románticos, como yo, le llaman sueños. La historia de la familia Mateos Hernández, es una cronología de migraciones continuas, de un éxodo constante por la sobrevivencia, una huida de la pobreza y de la exclusión, una búsqueda de las oportunidades que su país España y el entorno nos negaron.

Lo que no pude meter en la maleta

Hay muchas cosas que extraño: contarles las noticias por la tarde en la taberna tomando una cerveza, las comidas tradicionales, el vino español, insoportable y hasta ver en directo en telediarios los argumentos vacíos de algunos de nuestros diputados y politicos al momento de proponer una ley; paradójico, pero cierto.
¿Y que les cuento de mi familia?, la extraño completa. Cuando vivía en la ciudad de Zamora (España) acostumbra visitar a mis familiares una vez al mes, ahora al otro lado de Europa verle todos los días es imposible, a los amigos. Y sobre todo a mi hermano …, esos fuertes intentos por intentar que tenga paciencia con los hijos, que en su momento me hacían volver loco, ahora me dibujan una sonrisa. Espero que a mi retorno ya me las pueda decir todo y que luche por las buenas relaciones familiares. “Yo no extraño a mi tierra. Yo cada día la quiero más. Porque yo soy como El Quijote. Primero España y después yo.

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