"La casa de Dios y la casa del cura"
No me puedo considerar una persona cumplidora con los preceptos de la iglesia, lo cual no significa que uno no tenga sus creencias y que procure vivir acorde con los valores cristianos, aquellos que forman la base moral de nuestra civilización. Sí mantengo unas fechas en las que me siento identificado con mi religión, como Semana Santa, y muy especialmente el Viernes Santo, por lo que conmemoramos.
Anoche intenté entrar en el templo de Nuestra Señora de África para visitar a la Virgen del Amor, por la que mi hija Lara tiene una especial devoción y que por causas que desconozco no procesionó. En la prensa había leído que se podría visitar en el templo.
Pensando que un buen momento sería sobre las diez y media de la noche, cuando aún quedaban dos pasos haciendo el recorrido y estaría la iglesia más tranquila me dirigí a cumplir con mi personal empeño cuando me encontré que el cura no me permitió entrar, y al expresarle mi deseo y la noticia de la posibilidad de ver a la Virgen me respondió: “no se entra, porque lo digo yo, que soy el cura”.
Yo le respondí que no quería entrar en la casa del cura, sino en la de Dios. También le dije una impertinencia por la que pido perdón y me arrepiento, en la seguridad de que el Señor me habrá perdonado. Él también perdió las formas al ver a los mercaderes en el templo.
Estábamos esperando una docena de personas con la misma intención, el templo se veía con la nave central completamente vacía, no hay excusas de aforo, pero con la Iglesia hemos topado.
Afortunadamente pude seguir el recorrido del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad, la Virgen de mi Soledad Abad particular. Que eran en la calle y pensé que al fin y al cabo Dios está en todas partes, y la Virgen del Amor sabrá que intentamos visitarla con nuestra mejor fe.
La Iglesia es la comunidad de los fieles cristianos, y algunos curas deberían saber que son algo más que funcionarios.