Esos políticos que incendian Cataluña y castigan a los "mossos"

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La Hora Digital

Ni un solo corresponsal extranjero entiende el extraño fenómeno que está sucediendo en España, donde la deslealtad con el Estado, el bloqueo y la irresponsabilidad política se banalizan mediáticamente y son utilizados como combustible altamente inflamable contra el pueblo, el orden público, y la desestabilidad territorial. Cuando Carles Puigdemont proclamó en 2017 la DUI, que inmediatamente desconvocó, Pedro Sánchez, entonces en la oposición y en las antípodas políticas de Rajoy, acudió a La Moncloa y se puso al lado del Presidente del Gobierno, incluso cuando privadamente le había dicho que personalmente “no estaba de acuerdo con la aplicación del art.155 en aquellas condiciones concretas”. De este modo demostró, cara al indepentismo catalán, al resto de España y a Europa, una Unidad con el Gobierno frente al desafío territorial.

No sucede lo mismo ahora, dos años más tarde y cuando en Cataluña se sufren las consecuencias de una mala praxis del PP, que no supo ni prever ni dialogar con Cataluña para evitar lo que hoy está sucediendo. Recordemos que fue Rajoy quien incendió los ánimos cuando en 2006 recurrió ante el TS el Estatut que toda Cataluña y el resto de España habían refrendado y votado con el gobierno de Zapatero. Recordemos que Rajoy dejó de lado el alarmante crecimiento de independistas durante su mandato y sus políticas de inanición y ninguneo con respecto a las reivindicaciones catalanas.

Ante los gravísimos disturbios callejeros que están aconteciendo estas dos últimas semanas en Cataluñalos tres “novatos” actuales de la oposición, líderes de PP, Cs y Podemos, muy lejos de adoptar la misma lealtad con el Estado que en su día exhibió Sánchez, llevan meses, que henchidos de ambición y faltos de más decencia todavía que de experiencia, y ya es decir, no cejan en su empeño de aspirar a gobernar el país sin haber ganado las elecciones. Esta nueva política que no respeta el resultado de las urnas está dañando mucho la imagen de España. Inaudito hasta ahora. La política de bloqueo, de Casado, Rivera e Iglesias, por este orden, lesiona de lleno los intereses de España y de los españoles, es ruin y de una deshonestidad que alcanza cotas preocupantes, incluso de salud mental para alguno de ellos, pero desde luego, de salud democrática para los tres.

Tanto es así que desde la parte “sensata” de Ciudadanos acusan a Rivera de haber perdido el norte, y una amplia representación de su órgano de dirección ya ha dimitido, cesado o huido directamente a otros partidos o a su casa esperando tiempos mejores. También desde la ídem del PP, obvio que responsabilizan a Casado del hundimiento electoral (66 escaños de 137 que tuvo Rajoy) hasta el punto de haber perdido la representación parlamentaria tanto en Cataluña -salvo el escaño de la marquesa Álvarez de Toledo- como en el País Vasco. Los veteranos del PP se rieron a la cara de Casado con su elenco de fichajes, toreros, predicadores, folklóricas y marquesas, del que ya está reculando y recurriendo, de nuevo, a perfiles más creíbles tipo Ana Pastor, Elvira Rodríguez o Fátima Bañez, e incluso mirando de reojo al vasco Alfonso Alonso también. Aun así y todo la “impostura moderada” del nuevo Casado es de mírame y no me toques. Rascas y sale el cachorro de Harvard de Aravaca que lleva dentro.

Lo de Torra y Puigdemont constituye un capítulo aparte en el territorio de la marrullería y el esperpento. Si no fuera porque la sangre, dolor y lágrimas las pone el pueblo catalán y sobre todo los jóvenes y adolescentes utilizados de forma execrable por los dirigentes institucionales. Ellos y su séquito constituyen una suerte de políticos a la desesperada, incendiarios que prefieren quemar la casa común, abrasando a la gente dentro, para luego metafóricamente “cobrar el seguro” (pasaporte hacia la impunidad). Una auténtica vergüenza territorial lo que está sucediendo en las calles desde que el pasado 14 de octubre se conoció la sentencia condenatoria del procés. Mientras Torra echa gasolina al fuego paradójicamente pide hablar con el Presidente Sánchez, que le niega la palabra mientras no condene la violencia y aliente a los mossos“Estos actos y sus responsables no quedarán impunes, ya que el ministerio del Interior y la Inteligencia del Estado están investigando a marchas forzadas para aplicar el peso de la ley sobre todos los responsables”, le dice vía mediática el Presidenteque le recuerda que el Estado cuenta con suficientes herramientas para actuar. Pero el Estado debe ser el primero que escrupulosamente contemple los tiempos, la proporcionalidad y la Ley. Como insiste Sánchez a quienes desafían la Ley: “la templanza no es síntoma de Estado débil, al contrario, es síntoma de Estado fuerte que confía en sí mismo”.

¿En qué ayudan los tres novatos de la oposición en esta situación de emergencia nacional y conflicto catalán? En nada. Al contrario, atacan al Gobierno y con ello se ponen contra el Estado para sacar rédito político para sus intereses partidistas. Si en esto consistía regenerar la democracia”, mejor que se hubieran quedado en casa. Al final, es el poder o el precio del “kilo de ministerio” en lo que basan su nula aportación a la estabilidad del Estado.

Frente a esta falta de Unidad y dejación de apoyo al Estado de la oposición, Torra, Puigdemont, Budó, y sus acólitos, pasarán a la historia como aquellos políticos pirómanos que no merecieron encabezar y representar el Govern catalán, que incitaron a los violentos radicales a quemar calles y asaltar a los mossos y policías, mientras que, al no obtener ni una sola imagen de la “brutalidad policial que esperaban” montaron una vergonzosa caza de brujas y persecución a las fuerzas del orden público por hacer su trabajo. Y todavía Torra, que llama todos los días a Sánchez por teléfono en una especie de ridícula performance, se extraña de que éste le mande a “condenar la violencia”“rehabilitar a los mossos” y agradecerles su trabajo; “llamar” al resto de políticos del parlament catalán no independentistas; y a "reconciliarse con la otra parte de catalanes" que no piensan como él. Entonces sí, enseguida podríamos esperar que el Presidente de todos los españoles dialogara con él, como ya venía haciendo antes de la convocatoria de elecciones.

Apenas queda una semana para las elecciones generales del 10N y el president del Govern catalán sabe que el independentismo ya está muy dividido. JpCat, al que pertenecen Torra y Puigdemont, están enfrentados a ERC, al que pertenecen Pere Aragonés -vicepresidente del Govern, o Buch, consejero de Interior, o Rufián, portavoz en el Congreso Nacional. Los primeros alientan la violencia, y los segundos buscan resolverla. Torra llama estúpidamente a Sánchez, pero es Carmen Calvo quien habla cotidianamente con Pere Aragonés. Y Buch quien coordina con Marlaska. Torra insiste en que volverán a hacer una declaración unilateral de independencia, pero Rufián, mucho más sensato busca salidas razonables y negociadas para el conflicto.

Finalmente, no quiero acabar esta columna sin citar a aquellos que permiten y alientan esta política de la crispación y el desencanto. Ese club selecto de analistas y tertulianos, pagados por el capital, al que las políticas sociales no gustan. Por eso, y solo por eso, crispan. No quieren un gobierno socialista que sube el salario mínimo, que paga prestaciones a parados, que invierte en ayudar a los dependientes y cuidadores, que dignifica y da condiciones igualitarias de trabajo a mujeres, inmigrantes, que dignifica y reconoce los derechos igualitarios y lucha contra la brecha salarial y violencia de género que discrimina a la mujer, que reconoce derechos civiles a iguales LGTBI, etc. No interesa. Un gobierno que apoya el progreso, el crecimiento económico y el impulso emprendedor y empresarial, para distribuir sus beneficios de forma justa y más igualitaria, no interesa. Un gobierno que tenga puesta su mirada en el feminismo y la transición ecológica y el desarrollo de energías limpias, no interesa. Ese es el quid sobre el que se apoya la crispación y la repetición electoral.

Todo esto sin haber mencionado a los fascistas de Vox, que les tenemos a diario cantando por las plazas madrileñas el “Cara al Sol” enloquecidos porque la Tribunal Supremo, en cumplimiento de una petición realizada por todo el Parlamento español, decidió la exhumación del dictador Franco del lugar donde permanecía enterrado con más de treinta y tres mil de sus víctimas, torturados y ajusticiados por su régimen fascista.

Qué país. Como para que los corresponsales extranjeros no entiendan tanto blanqueo mediático y tanta impunidad. Y por si esto fuera poco, el juego sucio de Casado, que como ya hiciera cuando era jefe de campaña de Rajoy y toda su corrupción, paga empresas para que alienten a los españoles a no ir a votar, con la esperanza de que los moderados se queden en casa y sólo los exaltados salgan ese día a votar al trifachito de la derecha.

Aunque sólo fuera por eso, a votar todos el 10N que es un derecho que ha costado muchos años conseguir.

 
 

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