La inconsistencia de Ayuso abre la caja de los truenos en Madrid
La contribución del PP de Casado a combatir la pandemia, además del teatrillo y las fotos falsas, los crespones y la corbata negra, en realidad es nula, pero tiene dos vectores de interés político. Por un lado, desgastar al Gobierno a base de repetir y repetir, con doble tono acusatorio, que España es el país con más muertos por Covid-16, lo cual es radicalmente falso como así lo avalan los datos, está a la par que Francia, por debajo de Italia, de Reino Unido, incluso Bélgica y por supuesto muy por detrás que los Estados Unidos. Y por el otro, sacar músculo de la "maravillosa gestión" que la presidenta Isabel Ayuso, del PP, ha hecho y está haciendo de la Salud Pública madrileña. También los datos le desmienten rotundamente.
Madrid ha sido, y es, el epicentro de la pandemia, la zona cero del desastre, un lugar donde sus dirigentes políticos han actuado más mirando a la propaganda que a la eficacia, pero además, en Madrid todo se ha cebado la tragedia porque se partía de una Sanidad Pública diezmada y privatizada por el gobierno popular de Aguirre, de lo cual presumieron hasta la saciedad sus dirigentes en loas y alabanzas sobre todo lo privado. Decían que el dinero es en el bolsillo, de los ricos se supone, donde debe de estar y por tanto pagando los mínimos impuestos posibles y compensándolo con el esfuerzo plus y los recortes a los salarios de los trabajadores para aumentar los beneficios de las empresas. Teoría neoliberal pura y dura. Y ahí, en esta forma tan madrileña de entender lo público es donde nos ha pillado la peor epidemia del siglo y de nuestras vidas, con una Sanidad que no es ni la sombra de lo que fue, y desde luego mucho más esquilmada que en otras regiones españolas.
Y ahora, por no mirar sus vergüenzas, los dirigentes regionales atacan despiadadamente al Gobierno central y a su Presidente, Pedro Sánchez, como si tuviera la culpa de todo, cuando desde hace treinta años la gestión de la Sanidad madrileña es del Partido Popular que gobierna la región. Como así lo es también, la misérrima gestión de las Residencias de Mayores, puestas a disposición de fondos buitres de cuyas sociedades son consejeros los mismos políticos que antes tuvieron puestos directivos en la Administración de Aguirre, de Ignacio González, de Cifuentes, de Garrido y ahora de Isabel Ayuso. Residencias convertidas en negocio puro y duro a costa de aparcar a nuestros mayores abandonados a su suerte y cuyo único sentido vital es esperar a la muerte. El Covid-19 ha sido un auténtico acelerador de muertes para ellos. Han caído como pajaritos sin poder ser despedidos por sus familiares, lo que ha removido los cimientos emocionales de nuestro país. Sin cifras oficiales solventes se calcula en alrededor de 15.000 las muertes en residencias desde que empezó la pandemia.
Ayuso se ha convertido en la starlet de una opereta bufa, el títere de Aznar, a quien el rencor de su nefasta gestión le corroe por dentro, y su alargada sombra ha mutado en el mensajero Miguel Ángel Rodríguez, encargado de mover los hilos de dos marionetas: Casado y Ayuso. Con los demás barones regionales Aznar no puede jugar porque son entre, regular y más listos. Ayuso gusta presumir de todo, de ser la dama de honor frente a tantos barones que componen su cohorte, y hasta de lo que no es suyo. Pero de lo que más presume es del llamado por ella misma “milagro del Hospital de Campaña del IFEMA”. Un hospital militar que montaron de forma ultra rápida los soldados de la UME. Si, la UME, la Unidad Militar de Emergencias, creada por el gobierno socialista de Zapatero y que tan denostada fue por el Partido Popular, por aquello de decir que no a todo lo que hacen los gobiernos socialistas, se supone.
Pero de eso no se acuerda Ayuso, o no lo sabe, al fin y al cabo, entre las principales y únicas, aptitudes que adornan su Currículo profesional está la de llevar el perrito de su jefa, Esperanza Aguirre, quien pasará a la historia por haber desmantelado la Sanidad Pública madrileña y haber enchufado a sus consejeros de sanidad y directores de Salud en empresas proveedoras de Salud y en los hospitales privados. Uno de los grandes negocios de los gobiernos de Aguirre, entre 2003 y 2012, fue el corrupto enriquecimiento ilícito de sus colaboradores a costa de la privatización de la Sanidad Pública madrileña. Aquellos que se han hinchado a dar discursos alabando las virtudes de la Sanidad Privada versus la Pública, porque se auto denominan liberales y no creen en lo público, aquellos que despidieron y maltrataron a los sanitarios, ahora van a IFEMA a hacerse la foto con ellos, los héroes, los sanitarios que han salvado nuestras vidas exponiendo las suyas. Y lo hacen en una confusa ceremonia de increpaciones y saltándose todas las medidas de seguridad impuestas por el Real Decreto Ley que se obliga a cumplir rigurosamente a 47 millones de españoles. ¿Para cuándo la sanción a Ayuso y sus casi trescientos invitados irresponsables, señor Marlaska? Todos los españoles somos iguales ante la ley, y ya se han impuesto más de seiscientas mil sanciones por saltarse las normas.
Pero como decíamos, ¿sabrá la dama Ayuso lo que es la UME? ¿Sabrá que esta unidad militar está bajo la dirección del Ejército y éste del Ministerio de Defensa, y éste al Gobierno de España? Porque de otra forma no se entiende que haya querido hacer suya la obra de servicio militar, como si de una dirección general de su gobierno regional dependiera, y que se haya apropiado públicamente de los méritos militares, presumiendo de gestión propia. Señora Ayuso, la UME vino a sacarle las castañas del fuego, cuando se puso de manifiesto que su partido y sus gobiernos habían anulado, o desviado a la privada, casi cuatro mil camas de la Sanidad Pública de Madrid, habían despedido a igual número de sanitarios y facultativos, y habían desviado fondos millonarios al “negociete de los hospitales privados y semiprivados de sus amigos” de los que sacaron tajada sus ex directivos de la Administración Pública. Cuando se supo que los maravillosos hospitales privados que abrieron, escurrieron el bulto durante lo peor de la pandemia y empezaron a dar bajas masivas a sus facultativos, no se fueran a contagiar y a cerrar sus unidades de emergencia, no se fueran a contaminar, ustedes tuvieron que recurrir al Estado, a la UME. En los privados, ya sabemos que lo que no es rentable “no se admite ni se trata”.
A pesar de abandonar las reuniones entre presidentes autonómicos que realiza el Presidente del Gobierno todos los lunes, ocho reuniones en ocho semanas, mientras anteriormente hubo 6 reuniones en quince años ¿todavía cree que hay alguien con dos neuronas que se crea sus quejas de que Sánchez no comunica con los presidentes de las CCAA? Será que se reúnen para echar unas risas y jugar al mus, con la que está cayendo fuera. Desgaste, desgaste y desgaste, son las tres herramientas que ha puesto Aznar en manos de sus dos títeres, Casado en primer lugar, Ayuso en segundo. O viceversa, que cuando se es tan mediocre políticamente, con una sola instrucción, y sin salirse de ella, pueden alargar su mandato para las ovejas. Eso sin, contando con el blanqueo interesado de la caverna mediática. Esas ovejas con las que Pablo tanto gusta fotografiarse, o esas escenas de serie de película de saldo, frente al espejo, intentando reflejar el dolor que los muertos le producen. Señor Casado, a ver si aprende algo de la vida, cuando ahí fuera hay un “exterminador ametrallando gente y causando bajas”, lo primero que hace un líder de verdad es “poner a salvo al resto de supervivientes” y no entretenerse en poner crespones y lutos cuando las gentes siguen enfermando y muriendo. El luto es al final de la batalla cuando se hace el recuento de muertos. Y deje de utilizarlos de forma tan deleznable.
Pero tanto a Ayuso como a Casado, poco les ha importado las decisiones rápidas, trascendentales, con aciertos y errores del mando único, del Gobierno legítimo de este país y a quien correspondía la responsabilidad de salvar vidas y gestionar la pandemia y la horrorosa devastación social y económica que va a dejar. A ellos, solo les ha importado hacerse fotos con los féretros, poner réquiem y pasar revista a “los suyos”, mientras el “depredador sigue ahí fuera", con la metralleta en mano causando bajas. Zafio y miserable comportamiento, herencia de quien les inspira, aquel que ordenó juntar un montón de huesos, totum revolutum, y los distribuyó entre 62 ataúdes y se los entregó a sus familias, con todos los honores militares, diciendo que cada uno contenía los restos de su militar fallecido tras un concienzudo análisis de un equipo de forenses españoles. Con el paso del tiempo, aquel fatídico 26 de mayo del 2003, quedó para la historia como la fecha de la mayor tragedia de las FFAA españolas y sobre todo del más zafio comportamiento del presidente Aznar y su entonces ministro de Defensa, Federico Trillo. Un año más tarde, ante el peor atentado terrorista del 11M, en los trenes de Atocha, con doscientos muertos y centenares de heridos que quedaron con secuelas para el resto de sus vidas, Aznar volvió a intentar echar estiércol sobre los muertos y sus familias culpando a ETA, a sabiendas de que era un atentado islamista por el apoyo que el insigne presidente español, cuya familia también ha arrebato más de dos mil viviendas a las familias madrileñas.
Y esta calaña de políticos son los que ahora nos quieren salvar del desastre al tiempo que lo aprovechan como su gran oportunidad para conseguir mediante el acoso y derribo, lo que las urnas no les han otorgado.