Las ‘volaeras’ de El Chorrillo: “Los Rafaeles”
Después del parón producido por la crisis sanitaria provocada por el covid-19, las ‘volaeras’ de salazones de El Chorrillo (Juan XXIII), con sus tradicionales ‘volaores’, bonitos y mojamas, les cuesta arrancar, la cosa a día de hoy no está boyante.
La Asociación de Maestros Salazoneros, se planteaba en su día abandonar la actividad debido a falta de entrada de pescado de Marruecos, según expuso su presidente Rafael Sánchez Martín, premio al mejor maestro salazonero en 2016, el cual añade a día de hoy que, “se mantiene a duras penas”.
Esta actividad se veía “presionada” por la regulatoria de la Administración, por retrasos burocráticos para poder acceder al Registro Sanitario y poder “legalizar” sus negocios familiares.
Los salazones, una tradición milenaria y artesanal, muy arraigada en nuestra ciudad, con más de 3.000 años de antigüedad, que ha ido cayendo paulatinamente al paso de los años, desde que los romanos y fenicios hiciesen de la salazón la principal actividad económica de Ceuta. Actividad que va desde finales de mayo hasta principios de septiembre.
Reconozcamos a los maestros salazoneros como José de Marcos, Juan Fernández…, los cuales han conservado una tradición que ahora mismo no pasa por su buen momento, siendo la mayoría jubilados de más de 70 años que, no disponían de subvenciones, ni extras para conservar esta tradición. Una actividad que veremos si subsiste a duras penas como dice su presidente o desaparecerá como otras a lo largo de la historia.
Pues bien, tras un convenio con SETUR, para conservar esta tradición, en el caso de Ceuta, la inversión de 1.900.000 de euros, a tres años desde 2021, financiará la propuesta del mercado de salazones, en un espacio único y acotado para la fabricación y venta que agrupará los puestos diseminados actualmente, a la par que funcionará como centro de visitas turístico donde se promocione esta actividad artesanal tan propia de la ciudad.
Este conjunto incluirá a los diferentes artesanos en puestos independientes para que puedan desarrollar sus actividades, atendiendo a los requerimientos establecidos por sanidad, pero permitiendo que desarrollen autónomamente sus actividades artesanales con el objetivo de poner en valor los salazones de Ceuta como patrimonio inmaterial de la ciudad.