“Sea tu franqueza tu única dote”
Los actores y actrices consiguen que sus personajes sean ellos mismos y que los espectadores asistamos asombrados y maravillados a esta transmutación.
“Sea tu franqueza tu única dote” grita enfurecido el rey Lear a su hija menor. En esos momentos desconoce el significado del amor y la furia torna en injusticia su decisión.
Una puesta en escena espectacular es lo primero que nos sorprende de esta obra. Con bancos de madera y un sillón compone un cuadro universal en el espacio y el tiempo. Lo representado trasciende del propio teatro, de la propia obra, de los personajes e incluso de los espectadores a los que activa algún remoto interruptor, lleno de telarañas y polvo, en lo más profundo de sus entrañas.
Este “rey Lear” de Iniesta arranca con un rey derrotado por la vida y prisionero de la locura. Shakespeare narró el conflicto de un padre que, previo al reparto de su reino entre sus descendientes, quiere saber quién de sus tres hijas le ama más.
El aspecto musical es fundamental. Diría que sin ella y la coreografía que la acompaña este Lear no sería lo que es. ¿Y qué es? Además de un espectáculo de primera magnitud. Un nuevo prodigio de Atalaya. Es una representación de la humanidad. Con sus grandezas y vilezas. Con sus aciertos y errores. Con la fortuna y la desgracia alternándose. En definitiva, el destino jugando con unas ánimas en harapos materializados en unas estructuras, a veces huecas, en ocasiones airadas, siempre frágiles.
Este montaje no es más que un esplendoroso ejemplo de que cuando uno sabe lo que quiere hacer y cómo desarrollarlo contando con un inmejorable grupo de profesionales, no necesita de recargadas, suntuosas y pretenciosas escenografías.
Los actores y actrices consiguen que sus personajes sean ellos mismos y que los espectadores asistamos asombrados y maravillados a esta transmutación.
Me resulta imposible destacar a uno solo pues todos, absolutamente todos, sobresalen de manera increíble y este movimiento holístico es el que dota de sentido al y por completo a la propia puesta en escena.
Más de hora y media de montaje se nos pasa volando ante la expectación y la admiración. Los bancos cobran vida en mano de los actores que van configurando los diferentes espacios en los que se desarrolla la historia, moviéndolos de aquí para allá.
Atalaya nació para convertirse pronto en una de las compañías más prestigiosas de nuestro país, los sevillanos fueron reconocidos con el Premio Nacional de Teatro 2008. Y este rey Lear, a su vez, galardonado en los premios de teatro andaluz hasta en seis ocasiones, entre ellas: Mejor Espectáculo, dirección o actriz.
La mujer es la auténtica protagonista desplegando un amplio abanico de sentimientos, personalidades y emociones. ¿Tal vez sea la clave de la brillantez y solidez de esta adaptación? Entiendan los lectores que la pregunta es retórica.
“Al nacer, lloramos por haber venido a este gran teatro de locos”
Esta frase del rey Lear podría ser tranquilamente el paradigma que sintetice lo que supuso el teatro isabelino en general y de Shakespeare en particular en el universo literario. El drama de la vida cotidiana contextualizada por clase social con la exposición pública de temas íntimos que parecían tabúes eran una brutal novedad por la que el tiempo no pasa y conectan perfectamente con nuestra sociedad actual. Y con las habidas y las que están por venir. Pues en definitiva el hombre se desnuda física y espiritualmente ante el azar.