“De lo que puede haber detrás y de lo que hay delante” IV
- “¿Qué le parece la controversia entre el PP de Madrid y el Gobierno?”
- “Nomar con respecto a lo del PP de Madrid, que es el PP de España, me gustaría contarle una fábula del pueblo Nöbûąsãc.
Iam estis viro de certa fortuno, Cosoda. Li estis edziĝinta kaj ne havis infanojn. Li estis jam pli aĝa, lia edzino iomete pli juna ol li. Tempo ……
- “No le entiendo Soul”
- “Disculpe Nomar. La narro en castellano: Había una vez un hombre de cierta fortuna, Cosoda. Estaba casado y no tenía hijos. Era ya mayor siendo su mujer algo más joven que él. El tiempo y los achaques lo habían convertido en una persona mucho más huraña y tacaña de lo que siempre hubo sido. Salió un día a pasear con su perrillo. Una cría de cinco meses. Al regresar a su casa volvió sin él. La mujer le preguntó, ¿qué había sucedido? A lo que él respondió que se había cansado de tener que dar de comer todos los días al chucho y que no lo necesitaba para nada. Ala señora le produjo honda pena la pérdida del animal pues se había encariñado de él. A los pocos días salió a cerrar un trato con un viejo pastor de la aldea. El hombre ya muy mayor había perdido a su mujer hacia poco y unos lobos mataron sus ovejas. Cosoda le ofreció trabajo en su casa cuidando de unas ovejas que acababa de adquirir. Más le ofrecía un precio ínfimo por estos menesteres. El anciano pastor le suplicó un salario algo mayor, pero Cosoda no se apiadó. De regreso al hogar su mujer le preguntó, ¿por qué regresaba tan contento? Le explicó que contrató los servicios del pastor por muy poco dinero. La mujer quedo entristecida por el abuso de su marido. Con la contratación del viejo pastor Cosoda pensó que no necesitaba al mozo que se encargaba del cuidado de los animales y de la vigilancia de la casa. Era joven y comía bastante, desde luego mucho más de lo que pensaba darle al pastor. Lo despidió. Su mujer extrañada le preguntó, ¿por qué había despedido al joven que tan buena faena hacía? Cosoda le explicó su razonamiento. A lo que ella argumentó que quien cuidaría de la casa siendo ambos ya de cierta edad. Señaló al mastín que guardaba la entrada. Pero si tiene 14 años o más, ¿qué esperas de él? Lo importante es que impone y con sus ladridos avisará respondió muy satisfecho a su esposa. Se aproximaba el invierno y el frío comenzaba a avisar. Cosoda echaba de menos los paseos con el perrillo y su jugueteo. Le pidió a su mujer si le podía conseguir otro animalillo. La mujer se acercó hasta el centro de la aldea. Fue preguntando por el camino a todos los vecinos. Tan solo uno tenía una perra que en unas semanas tendría crías. Pacto la compra de una de ellas. La mujer regresó muy contenta a casa, pero Cosoda enfurruñado mostró su malestar por no tener el perrillo ya. Fruto de su enfado rompió todas las sillas de la casa. Marchó al granero donde había hecho un pequeño cercado para sus ovejas. Tenía tres hembras y un macho reproductor. Cosoda estaba muy orgulloso de su compra pues iba a cambiar de negocio dedicándose a la cría de ovejas. Pasaron unos días y la mujer le recordó que debían comprar leña pues el invierno estaba casi encima. Cosoda le dijo que tenían aún la que había sobrado del año anterior y que necesitaban sillas. La mujer marchó a buscar al carpintero del pueblo. Éste le comentó que podría hacerle las sillas pero que tardaría más de una semana. De regreso a casa Cosoda nuevamente se molestó por no traer las sillas su mujer. Esa tarde fue especialmente fría pues llegó el invierno. La madera del año anterior estaba humedecida y no ardía por lo que Cosoda fue a cortar los tres manzanos que tenía en sus tierras. Su mujer le dijo que no lo hiciera pues de la venta de las manzanas obtenían un buen capital. Cosoda le explicó de la lana, carne y leche de las ovejas obtendrían ahora sus ganancias y serían muy elevadas. La mujer señaló que no pasaba nada por dejar al menos algún manzano en pie por seguridad. Cosoda no hizo caso. La mañana siguiente el mastín apareció muerto. Nadie sabe si fue por el frío o por la edad. ¡Qué bien nos vendría ahora el perro que no supiste conseguir mujer! le gritó Cosoda a su esposa. En la distancia se veía llegar al viejo pastor que desde hacía unos días trabajaba para Cosoda.
Llegó la noche, de ese aciago día. Al despertar por la mañana las ovejas de Cosoda yacían muertas por el ataque de unos lobos. Cosoda enfureció y acusó de todo a su mujer, por no conseguir el cachorro, por no conseguir las sillas, por no traerle más que mala suerte.
- “¡Menudo impresentable ese Cosoda! Además de egoísta, tacaño, ruin y usureo ni tan siquiera es capaz de asumir la responsabilidad de sus actos. Si él se deshace de las cosas y crea una situación de fragilidad económica en su propio entorno como quiere que luego su mujer se lo solucione inmediatamente y encima la culpa de sus acciones y errores. ¡Menudo majadero, sinvergüenza y desalmado! Es que …”
- “Perdone Nomar, ¿qué me había preguntado?”, dijo Soul mientras exhibía una sonrisa de cierta superioridad.