Aznar: ¡Qué difícil es ser dios!
Con el título del artículo no pretendo ofender a ningún creyente ni religión, alude a la magnífica obra desde un punto de vista antropológico y social, amén de ciencia ficción, de los hermanos Arkadi y Boris Strugatski.
En una sociedad cruel, violenta, desigual, e injusta donde la cultura y las inquietudes intelectuales son severamente castigadas el uso de la fuerza se configura como el demiurgo engendrador de miedo y como el único instrumento válido para ser dios.
El arte, y muy singularmente la cultura, son herramientas sin las que el Estado perdería su capacidad autocrítica, en caso de querer ostentarla.
Constitución española de 1978:
Artículo 1
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
Juan Carlos I paga más de cuatro millones al fisco en una segunda regularización mientras la ministra de Hacienda, María Jesús Montero asegura que: “A efectos de la ley, todos los contribuyentes son iguales” y la Fiscalía General del Estado sigue sin intervenir. Con lo que la inviolabilidad se está convirtiendo en impunidad dada la lentitud de las actuaciones por parte de las instituciones y eso cuando deciden hacer cómo que lo hacen.
2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
Y esos poderes no pueden servir para ir en contra del pueblo ni contra la propia Constitución y en concreto contra el apartado anterior, artículo 1.1.
3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria.
Y ésta está siendo la principal institución que está actuando contra la propia monarquía. Ella misma en un proceso de implosión se está consumiendo. Más allá de las andanzas sentimentales e ingenierías fiscales del emérito campechano nos encontramos con la proyección de la imagen de esta monarquía ante su pueblo. Y por aquí podemos ver algo que nos gustaría que fuesen espejismos y no tristes y meridianas realidades. La consideración hacia el resto de los españoles. Las infantas Elena y Cristina, al parecer, se vacunaron contra la covid-19 aprovechando un viaje a los Emiratos Árabes para visitar a su padre. Dos consideraciones, la primera que aún está por confirmar este hecho, pero parece bastante probable que haya sucedido y demostraría una falta de sensibilidad superlativa; y la segunda es que no pertenecen a la familia real y claramente lo demuestran pues flaco favor le hacen. La monarquía versus la monarquía. El virus lleva tiempo dentro del sistema y la única vacuna posible es la transparencia y la revisión del papel de la corona en la democracia española.
En La noche en 24 horas el antiguo director de El Mundo, David Jiménez García define con exactitud el origen de los problemas: “Si la prensa hubiera hecho su trabajo y no le hubiéramos enviado al rey el mensaje de qué daba igual lo que hiciera nosotros íbamos a callar probablemente no habría hecho muchas de las cosas que ha hecho”. Poco después añade en referencia a la prensa: “Más de tres décadas de silencio sobre cosas que todos sabíamos que estaban pasando”.
Constitución española de 1978:
Artículo 16
Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
Sin embargo, se repite como un mantra la bondad de la monarquía y su absoluta necesidad. Como si se dirigieran a infantes pre púberes o, peor aún, intentasen adoctrinar sectariamente a toda la población. Y no se dan cuenta de que cuanto más insisten en ello a más personas alejan de sus postulados. La sociedad española actual ni tiene miedo ni es la del 78. No hay Felipes González que nos puedan engañar. Alguno lo intenta. Ni nos encontramos ante informaciones monolíticas y unidireccionales que tanto daño han hecho a nuestra democracia. No hay más que recordar el trato dado a Anguita por gran parte de la opinión pública, y del PSOE de González, en su época. O las actuaciones de manipulación en contra de Podemos desde su nacimiento y hasta la actualidad.
Constitución española de 1978:
Artículo 56
El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes.
¿Pero qué ocurre cuándo se demuestra que se ha aprovechado de ese arbitrio y moderación en el funcionamiento de las instituciones convirtiendo éste y a éstas en irregulares? Pues que tensiona y corrompe.
Se ha iniciado un proceso del que Felipe VI es perfectamente conocedor, su capacidad de adaptación podrá prolongar durante algún tiempo la monarquía en España, pero la propia monarquía a infectado a la monarquía. Su padre ya imita a Alfonso XIII que pasó su exilio alojado en hoteles de lujo que podía pagar gracias a dinero depositado previamente en cuentas bancarias suizas e inglesas. Al poco tiempo se separó de su esposa, Victoria.
Y España ya tiene su propio dios. Su autoproclamado dios. Aznar. Que ha regresado en el 25º aniversario de la anunciación, aunque fue una anunciación en catalán (al menos en la intimidad). Y en su retorno ante los simples mortales ha sido claro, ha mandatado a su monaguillo Casado “marcar el camino y definir la estrategia” O, dicho de otra manera, Aznar el político más extremista que ha tenido jamás España envía a Casado a por los restos de Ciudadanos y a arrodillarse ante Abascal. Él es el gran padre de la crispación política y del todo vale para llegar a considerarse dios. ¡Qué difícil es ser dios!
debe pensar Aznar en sus pocos momentos de tribulación y duda.
No hay nada más peligroso para los dirigentes políticos que no saber leer el momento. La realidad social española es tremendamente dinámica hoy día y hay una actriz nueva en escena. Profundamente revolucionaria. La verdad.
“Y por mucho que desprecien el saber, esa gente gris que detenta el poder no podrá hacer nada frente a la objetividad histórica, mejor dicho, podrá frenarla, pero no detenerla. Aunque desprecien y teman el saber, no tendrán más remedio que llegar a estimularlo para poder mantenerse en el poder …, tendrán que formar cuadros de hombres inteligentes y sabios, hombres que quedarán fuera de su control, hombres que tendrán una psicología completamente distinta y unas necesidades totalmente diferentes, y estos hombres no podrán existir y mucho menos obrar en el antiguo ambiente de baja codicia, chismes de cocina, presunción estúpida y necesidades puramente carnales, sino que necesitarán un ambiente nuevo, un ambiente con conocimientos generales y universales empapado de afán creador, necesitarán escritores, pintores, músicos, y la gente gris que esté en el poder tendrá que hacer estas concesiones. Y si alguno se resiste será barrido por un oponente más astuto en la lucha por el poder” (Arkadi y Boris Strugatski “¡Qué difícil es ser dios!”)