Demócratas frente a populistas
Los demócratas entendemos que tanto las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como el Poder Judicial son garantes de nuestro Estado de Derecho, definiendo a estas instituciones como una acción integrada que desarrolla el Estado destinada a asegurar la convivencia pacífica de la ciudadanía, a asegurar la utilización pacífica y ordenada de vías y espacios públicos, erradicar la violencia de nuestras calles y evitar la comisión de delitos y faltas contra las personas y sus bienes. Poner en duda esta labor, es poner en duda la validez de nuestro marco constitucional, de nuestro Estado de Derecho, de nuestras leyes y de nuestras instituciones.
Algunos y algunas, mientras enarbolan la bandera de los derechos y las libertades, olvidan malintencionadamente que un Estado de Derecho es la forma política de organización de la vida social por la que las autoridades que lo gobiernan y funcionarios públicos están limitados estrictamente por un marco jurídico supremo que aceptan y al que se someten en sus formas y contenidos. Es decir, toda decisión debe estar sujeta a procedimientos regulados por leyes entorno a una Constitución aprobada por todos los españoles y guiados por absoluto respeto a los derechos fundamentales.
En los últimos meses hemos constatado la peor cara de la intolerancia, de la irresponsabilidad ciudadana y política. Agresiones a guardias civiles y policías, ciudadanos increpados en nuestras calles por expresar libremente sus planteamientos, o dirigentes políticos cuestionando la labor tanto de las autoridades competentes como de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por oscuros intereses partidistas. Pues bien, a pesar de todo ellos, y gracias al esfuerzo de todos los españoles, la convivencia está muy lejos de ser un problema.
Los ciudadanos no pedimos a los partidos políticos “dar miedo”, sino aportar soluciones a los problemas existentes. Los españoles reclamamos a todas las formaciones políticas un esfuerzo de dialogo, consenso y moderación. Los intereses partidistas han de supeditarse al interés general de todos. Tenemos la obligación de concebir, entre todos, una política más inclusiva, que sea el verdadero reflejo de nuestro país, alejando la intolerancia de los radicalismos de la extrema izquierda populista. Sin ninguna duda, quienes así se comportan se van a encontrar siempre con la firme respuesta de los demócratas.