Ciudadanas ilustres aquellas pioneras bejaranas
Un homenaje y proclamó “ciudadanas ilustres” a aquellas pioneras bejaranas que partieron un día del lejano 1960 en dirección a Alemania para trabajar en el textil. Las primeras que lo hicieron fueron cuarenta y tres mujeres y salieron en autobús en marzo de 1960, en dirección a Remscheid, cerca de Lennep. No era un viaje cualquiera; se trataba en algunos casos de buscar allí el trabajo que aquí no encontraban, en otros de obtener mejores salarios y en otros de seguir a sus maridos o novios que habían decidido realizar antes que ellas ese viaje que sabían de difícil retorno, al menos a corto plazo.
Una vez allí, y dada su experiencia en la industria textil bejarana, la mayoría de ellas comenzó inmediatamente a trabajar en la fábrica textil Johann Wülfing & Sohn, cerca de Remscheid. Se fueron pensando que sería sólo para unos años, quizá hasta que ahorraran lo suficiente o, quizá, hasta que en su añorado Béjar mejoraran las expectativas laborales. Pero, a pesar de que trabajaron duramente en Alemania para construir un futuro en España, en la mayoría de los casos éste nunca llegó o, al menos, no como esperaban. Ellas contribuyeron, puede que, sin darse cuenta, a la reconstrucción alemana, que todavía estaba recuperándose de los estragos de la 2ª Guerra Mundial, finalizada sólo quince años antes. Pero, sobre todo, y de eso sí fueron conscientes, a que España dispusiera de divisas suficientes para equipar una industria incipiente que en pocos años se convirtió en floreciente.
Historias impresionantes de españolas en Alemania
Un español en Alemania, tiene la necesidad de recolectar testimonios sobre la vida de los migrantes españoles y españolas en Alemania, hubo la oportunidad de escuchar, observar y leer sobre historias impresionantes de españolas en Alemania quienes labraron de muchas formas su vida para llegar a Alemania.
No era el caso de Natividad ni la de sus acompañantes de Salamanca de Béjar. La madre de Natividad guardó un paquete de cartas que su hija envió años atrás. Según los escritos el traslado fue más divertido de lo que se imaginó.
Para entender mejor relataré desde el principio
Era una famosa orquesta musical de flamenco folklore en Salamanca denominada “Las chicas”, la agrupación que conformaban cinco hermosas mujeres eran de Salamanca todas, tierra de flamencas y folclore castellano-leonés.
Las giras continuas de shows a nivel nacional dejaban a todos cansados, pero conformes por la fama de las chicas, que dejaba un margen de ganancia económica considerable para todos, desde su debut años atrás.
Frente a la popularidad que las muchachas tenían, se presentó la oportunidad de viajar a Alemania para participar en las “Fiestas de la Casa de Salamanca en Wuppertal”. Les comunicaron cinco meses atrás sobre la gira que duraría dos semanas, que recorrería Wuppertal, Solingen, Remscheid, Düsseldorf y otras ciudades.
Las jóvenes continuaron con sus arduos ensayos entre semana y los fines de semana tenían el tiempo cubierto de programas. A un mes de la gira internacional en Alemania el directivo quien también era dueño del grupo reunió a las cinco artistas para comunicarles que una de las bailarinas no iría porque su responsabilidad como madre sola no le permitía. Luego de este aviso, continuó con las instrucciones sobre su presentación ante el consulado alemán en Madrid, con el fin de no presentar complicaciones en la obtención de su visa por aquel entonces año 1969.
Las obligó a entregarle seis mil Marcos DM y un papel firmado, en el documento el director obtenía como garantía los derechos de sus canciones y su trabajo en general, en caso de que alguna se quede en Alemania. A lo que todas accedieron.
La semana siguiente llegaron temprano a Madrid: el manager, las cuatro chicas, el chofer y una acompañante más, Laura, quien reemplazaría a la quinta integrante según el director.
Pasó el mediodía y todos regresaron contentos a Béjar (Salamanca) con sus aprobaciones de salida.
El estrés por cumplir con los ensayos, las funciones y los preparativos las dejaba exhaustas. Los días volaban, pero todos estaban emocionados. El manager portó todo el tiempo los pasaportes de las viajeras con la idea firme de mantenerlas controladas.
Durante las dos semanas que pasaron en el exterior de España la agenda se desarrolló a cabalidad.
Entre presentación y presentación se dieron tiempo para escapes por las zonas turísticas de cada ciudad, los parques y los centros comerciales. Laura “la extra” que los acompañó, usualmente permaneció alejada de la diversión y constantemente se desapareció durante las mañanas.
“Las chicas” disfrutaron de su viaje, después de todo, el trabajo les procuró que visiten un país soñado, Alemania.
La agenda se cumplió y su gira culminó. Una mañana salieron todos, rumbo al aeropuerto de Düsseldorf estaban listos para su retorno a España. Tres horas los separaban de su viaje acasa. En tanto se acercaba la hora de embarcar compartían sus anécdotas. La operadora de la aerolínea que realizó el check-in informó que pronto sería la hora para subir a bordo entregándole los pasaportes al director.
Laura “la nueva”, decidió ir al baño antes de empezar el proceso de entrada al avión.
Frente a la conocida desconfianza del director, Natividad, otra de las bailarinas, la acompañó, ninguna llevaba equipaje. El director nervioso la prohibió, ella no lo escucho y se fueron las dos.
El megáfono sonó comunicando el número de vuelo y su inicio de embarque. Era la tercera vez que presionaban en el micrófono y debían tomar el vuelo. El director solo, sin poder cuidar de las otras tres mujeres se rindió y subió al avión. Las dos fugitivas jamás aparecieron.
Pasó treinta y ocho años de aquello, en mi curiosidad y con el apoyo de la madre de Natividad conseguí reunirme con ella, la dueña de las cartas.
El encuentro fue en Bonn (Alemania) nos saludamos, después de un preámbulo de integración y reconocimiento, me dispuse a escuchar más detalles de ese episodio. Natividad me esclareció cómo fue el desenlace de aquella aventura.
El director supo desde Salamanca que Laura se quedaría, porque ella pagó una fuerte cantidad de dinero al propietario de la orquesta. En ese convenio ella colaboraría como bailarina durante los 15 días y al finalizar se quedaría en Alemania con su pasaporte.
El irse al baño era solo un pretexto que Laura inventó con el fin de escaparse, pero al verse presionada por el tiempo y la cercanía de Natividad, no tuvo otra que confesarle todo esa mañana.
Ambas salieron hasta el estacionamiento donde un primo de Laura las esperó.
Laura se casó con un Alemán años más tarde, tiene dos hijos varones y tres nietos está a la espera del cuarto Nieto. A Natividad tampoco le va mal, trabaja en una oficina de camiones en la ciudad de Bonn como asistente y de vez en cuando su madre la visita.
Al terminar la reunión me confesó que nunca pensó en migrar de España a Alemania hasta aquella mañana, cuando la disposición del momento la tentó y simplemente se quedó.