¿Sabemos qué Ceuta es la que queremos?
Ceuta es una urbe de fronteras donde la brecha no es solo confesional, sobre todo, es social, con una tasa de pobreza que casi duplica la media nacional, con un 45,9% de la población en riego de exclusión social frente al 25,3% en todo nuestro país en el año 2020. Un paro juvenil de un 71,5% el primer trimestre del 2021, con un abandono escolar del 22,8% situándose entre las más altas, junto a nuestra ciudad hermana Melilla. Todo esto sin ahondar en las periferias donde la marginalidad de ciertos barrios es abrumadora.
Si a todo esto le sumamos la crispación política y los circos mediáticos de los Plenos que se celebran, los cuales nutren a la prensa a nivel nacional con vergonzosas escenas entre los diputados de peleas y discusiones que en la mayoría de ocasiones nada o casi nada tienen que ver con la defensa de los intereses de los ceutíes, solo se trata de una lucha de egos donde cada cual quiere salir victorioso de sus propios intereses espurios.
Una ciudad que carece de identidad alguna por culpa de dirigentes a los que les importa nada la imagen tan pésima de la marca Ceuta, esa misma en la que se gastaron un dineral público y que a día de hoy no ha servido para nada, solamente y una vez más para engordar su altivez y prepotencia. Desconozco la paciencia de los caballas, me pregunto hasta qué punto van a llegar, cuál es el umbral de su sufrimiento y tolerancia. ¿Piensan seguir callados viendo las fechorías de estos desvergonzados? ¿Es esta la Ceuta que queremos?, sin presente y con un turbio futuro si las cosas siguen por este camino. Siempre dependiendo de las migajas que el Gobierno le quiera dar, por supuesto que la culpa de que esto esté sucediendo es del actual Gobierno local, yendo a la deriva por las políticas de clientelismo que ha ido practicando a lo largo de su legislatura.
Este enclave necesita resurgir como el ave fénix de sus cenizas y empezar desde cero, esta crisis tiene que valer para haber aprendido de los errores, imponiendo nuestras propias reglas de juego donde el primer paso que debemos dar es empezar a pensar que políticos son los que sirven a los intereses de todos los caballas, lo que esperamos de ellos, qué es aquello que no queremos que se vuelva a repetir. Como ciudadanos europeos tenemos que ser ambiciosos y por ello debemos luchar por una modificación del Estatuto de Autonomía y convertirnos en una comunidad autónoma, de esta forma dejaremos de ser los últimos de Filipinas estando a expensas del de arriba y así podremos empezar a recuperar nuestra identidad donde cuatro culturas convivan en armonía.
Lo único que recibimos de los dirigentes son falsas promesas que nunca van a cumplir, solo saben hundirla en la miseria donde, solo unos pocos privilegiados nadan en la abundancia mientras que la gran mayoría se encuentra en la más absoluta pobreza, sin poder elegir.