Lo que no me afecta, no me molesta
Todos somos inocentes hasta que no se demuestre lo contrario. Eso es así. Y a todos nos gustaría que no nos tratasen como culpables, hasta que no exista una sentencia firme que lo diga. La presunción de inocencia debe estar presente hasta que se demuestre que hay culpabilidad mediante una sentencia. Se trata de un derecho fundamental que garantiza tanto la Declaración de Derechos Humanos como de la Constitución Español y por ende a ninguno de nosotros nos gustaría que se nos hiciese un juicio público y ser condenados sin que un juez así lo dispusiera. Todos querríamos un juicio justo si nos encontrásemos en la piel del exconsejero de Sanidad, Javier Guerrero.
Pasadas unas horas desde su detención, creo que es unánime el sentimiento de todo un pueblo y ese no es otro que el pensar que se ha montado un circo innecesario, porque no había necesidad alguna de hacer sufrir de este modo a su familia, la cual se encontraba presente a la hora de su detención por parte de la Guardia Civil, ya que no se trata de un individuo al que se busque ni por contrabando ni por asesinar a nadie ni tampoco porque hubiese riesgo de fuga.
Si un juez dictamina que es culpable de los cargos de los que se le acusa, tendrá que cumplir la pena a la que sea sometido, pero mientras tanto, esos políticos que en unos meses verán si se quedan o se van, podrían mostrar un poco de empatía, porque mañana podrían ser ellos los que se vean en tal tesitura. Da igual que sean de un color o de otro, de una ideología o de otra, pero el silencio que hasta ahora han mostrado, dice mucho y muy en su contra. Demuestra que lo que no les afecta, no les molesta y, es más, hasta creo que algunos creen pero que no se atreven a decir, que esto les viene muy bien, porque no hay que olvidar que, el doctor es muy querido en la ciudad y tiene muchos apoyos que creen firmemente en su inocencia.
Yo personalmente, hasta que no haya una sentencia que demuestre su culpabilidad, creeré a pies juntillas en su inocencia.