Con los muertos no se juega, señor Casado
Ahora nos preguntamos cómo un país democrático como España ha llegado a tener una oposición que arrasa todo lo que toca, miente sin disimulo y hasta cuando los hechos y las realidades les deberían abochornar, siguen mintiendo. Nos preguntamos cómo hemos llegado a tener una oposición tan poco sensible y humanitaria, que en plena pandemia mundial y con miles de muertos encima de la mesa, explota las imágenes de morgue y tragedia, y le molestan las imágenes de ayuda y esperanza para los españoles. Muchos lo vimos venir cuando, en contra de lo que se hacía en Europa, los líderes del PP y de Ciudadanos, se abrazaron a la extrema derecha de Vox y le dieron entrada en las instituciones y en los gobiernos regionales. De aquellos polvos estos lodos.
Ahora la tinta de calamar filo fascista se ha extendido y ellos, los líderes del PP y de CS, son los principales atrapados en su deslealtad y sentido antipatriótico frente a la mayor emergencia sanitaria desde 1918 cuando la peste causó millones de muertes. Esta es la crisis de nuestras vidas, la de los españoles, europeos, americanos, africanos, asiáticos y de todo el mundo. Es la pandemia del siglo XXI, y ni aun así, ellos son capaces de tener un atisbo de sentido patriótico, lealtad institucional y arrimar el hombro al estilo de la oposición europea. Los británicos, los franceses, los alemanes, los portugueses, han unido fuerzas y han ofrecido toda su colaboración nítida a sus gobiernos. Riu Río, conservador portugués, habló así al presidente Antonio Costa: "Señor primer ministro, cuente con nuestra colaboración. En todo lo que podamos, ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es nuestra suerte".
Aquí hacen lo contrario. Esta pandemia del coronavirus ya ha matado a mucho más de cien mil personas en el mundo y contagiado a un millón y medio y sigue en plena expansión. En España, los muertos no pueden ser aprovechados políticamente por la oposición del PP, en su competición con Vox para intentar derrocar al Gobierno. Señor Casado los réquiem, los crespones, el luto y las corbatas negras no paran las muertes, no relajan el estrés de los hospitales ni las salas de urgencia. La exhibición de las morgues y la recreación de las desgracias, no son propias de un buen capitán, que tiene que mantener la moral de victoria y dar esperanzas a la población. Es usted un pésimo político y como persona, tanto usted como los tres o cuatro acólitos que le jalean, están demostrando una mezquindad que raya casi la ignominia humana. Nada les importa, salvo ganar el poder, desgastar al Gobierno, hundir el barco para luego llegar ustedes al rescate.
Vamos a echar la vista un poco atrás, solo tres o cuatro años, para analizar la premisa que nos permita transitar desde el ayer del bipartidismo con los gobiernos nacionalistas, a la oposición de extrema derecha y de derecha radicalizada e irresponsable que hoy sufrimos. Vamos a analizar las debilidades del mosaico del multipartidismo español y la irrupción de los jóvenes neoliberales y de los otros también. Antes de 2015 en España había dos partidos de gobierno y el resto eran regionales y nacionalistas, ello facilitaba una cierta experiencia y cierto fair play parlamentario, sin que ello afectara a la corrupción o no de ciertos partidos. Sabían de qué iba la cosa de la política y en las malas, la lealtad al Gobierno y al Estado eran incuestionables. Aunque, todo hay que decirlo, de los siete grandes Pactos de Estado (Pacto de la Moncloa, 1977; Pacto Autonómico 1981; Pacto de Toledo, 1995; Pacto Antiterrorista, 2000; Pacto contra la Violencia de Género, 2016), casi siempre han sido firmados con el Psoe en la oposición. Sólo dos fueron suscritos siendo el PP el que estaba en la oposición: el segundo Pacto Autonómico ratificado en 1992 y el Pacto de Toledo, firmado en 1995 con González gobernando, pero a punto de dejar el poder.
Después del 15M, aterrizó en España una nueva generación y una nueva forma de entender la política. La regeneración democrática decía ellos, y a todo lo anterior lo llamaron viejuno con el beneplácito de muchos medios de comunicación conservadores, donde los veteranos periodistas mantuvieron su poder en las tertulias televisivas conservadoras en su mayoría, pero los periódicos y programas se llenaron de jóvenes becarios sin conciencia política a los que resultaba fácil de adoctrinar según el medio.
Por decirlo en clave económica, la fuerza neoliberal de los jóvenes halcones del mercadeo y el éxito rápido, llegó al Parlamento y a los medios por igual. Llegaron, jóvenes y ambiciosos, sin experiencia, pero con pretensiones desorbitadas y muy por encima de sus capacidades. Desde Iglesias hasta Arrimadas, pasando por Rivera y Casado, todos se veían con el bagaje vital y político suficiente como para llegar a ser Presidente del Gobierno, así, sin más, de la nada al todo. Sin haber pasado ni siquiera por la gestión de una comunidad de vecinos. Lo nunca visto. La generación de los llamados Chicago Boys, neoliberales, que aterrizaron en la empresa sin pasar por cargos intermedios y ya querían ser, a sus treinta y tantos, y sin experiencia de gestión el CEO. Imparables y dispuestos a todo. Por arte de la pértiga a la que llamaron cambio generacional lo cual se puso de moda. Los mismos que pusieron de moda el eslogan de la empresa no tiene corazón, dijeron lo mismo de la política. Todo sirve para llegar al poder. Y no señor, no todo vale. Un político sin alma jamás puede servir a su pueblo con honestidad, decencia y compromiso.
Su espejo y objetivo, y con una media de casi diez años mayor que ellos, a caballo entre una generación y otra, había aparecido unos años antes como adalid del cambio generacional para su partido. Al que todos quisieron parecerse, pero sin su biografía. Era un fenómeno político de la resistencia y de la resiliencia, Pedro Sánchez, derrocado por el aparato de su partido (PSOE) en 2015, que ganaba elecciones una tras otra sin parar. Y las ganaba con toda la prensa, la progresista y la conservadora, colgada literalmente a su yugular. Las ganaba, con tesón, resistencia, pero sobre todo con la capacidad lúcida de saber reconocer lo que tenía tras de sí, un partido de 140 años de historia, forjado contra el franquismo, en el exilio, en las cárceles y con más de veinte años de Gobierno. El Gobierno que transformo España e instauró el bienestar social en España. Los gobiernos de Felipe González y de Rodríguez Zapatero. Un partido de donde sacar, materia gris, gestión, nivel y experiencia como para poder formar un gran equipo. Lo mejor de Pedro Sánchez es su equipo. Que por otro lado es lo que conforma a un gran líder. La capacidad para elegir a los mejores y formar un gran equipo. Equipos cuya edad media estaba de la cincuentena para arriba, que venían ya vividos y cargados de experiencia en gestión política, por un lado, y también profesional, tanto a nivel nacional como internacional. Gente de alto nivel, cosmopolitas con dominio de varias lenguas y con prestigio curtidos ya en muchas batallas y con un común denominador: el humanismo y el arte del servicio público y el bienestar social.
Durante estos ya largos cuatro años, cabe preguntarse qué gran equipo, qué cantera, que gestión histórica había en Ciudadanos o en Podemos que sustentara tan gigantesca ambición personal. De hecho, a este segundo, cuando Sánchez le invitó a incluir en su Gobierno gente de nivel y experiencia no pudo dar ni un sólo nombre. Algo similar le sucedió a Rivera, ya que su obsesión enfermiza contra Sánchez hizo que los mejores, Garicano, Nart, Roldán, Valls, Egea, etc, le abandonaran. La suerte de Iglesias es estar refugiado en un gran equipo donde puede poco a poco ir aprendiendo y resolviendo sus carencias. Rivera no tuvo donde ir, se abrió a la extrema derecha, siendo él y su partido liberales de libro, y no tuvo más remedio que marcharse a su casa. Sus colegas europeos, Macrón, Juncker, se lo advirtieron, pero le pudo la envidia insuperable a Sánchez y en lugar de haber aspirado a ser hoy el vicepresidente del Gobierno, y seguir gobernando en tres grandes comunidades, pero sin la extrema derecha, hoy está en su casa al perder la friolera de 47 escaños que le arrebató Vox. Esa es la auténtica desgracia que hoy sufrimos los españoles y que ha generado esta oposición nefasta y envilecida que no nos merecemos.
Y de Casado ¿qué podemos decir? Llegó de chiripa a la presidencia de un PP desmoralizado y en horas bajas después de que Rajoy abandonara el Gobierno y la política un 5 de junio de 2018 (parece que fue hace siglos), tras cuarenta años de dedicación a ella. Rajoy se fue tras perder una moción de censura constructiva de Sánchez, refugiándose en un restaurante y negándose a presentar batalla. Casado perdió las primeras primarias que realizó el PP, que las ganó Sainz de Santamaría -mucho mejor política que él y con sobrada experiencia- pero por arte de birlibirloque, Cospedal, una de las candidatas, acusada también de corrupción, le regaló sus votos en segunda vuelta y se alzó como presidente del PP. Llegó a presidir los restos del PP, al que llevó de 134 escaños a 66 en las siguientes elecciones, y otra vez por arte de birlibirloque, una desconocida y novata Isabel Díaz Ayuso, la que llevaba el perrito de Esperanza Aguirre, aun habiendo perdido las elecciones en Madrid, se abrazó a la extrema derecha de Vox y a CS y consiguió arrebatar la presidencia de la Comunidad al ganador, Ángel Gabilondo. Lo mismo sucedió en Andalucía, en Murcia y en Castilla. Autonomías cuya presidencia deben su cargo a la extrema derecha de Vox a la que han metido de lleno en las instituciones. Lo primero que hizo Casado, alumno aventajado de Aznar, fue la “renovación generacional” del Partido Popular. Se rodeó de inexpertos mayestáticos y faltones, tan novatos, irresponsables y ambiciosos como él, Egea, Álvarez de Toledo, Montesinos, la propia Ayuso y lapidó a los veteranos. Lo más viejo que quedó en primera línea del PP fueron Ana Pastor o Alberto Núñez Feijó y pocos más.
Y de aquellos barros estos lodos. Toda esta larga letanía, bien conocida y sabida por todos, viene al caso para analizar las consecuencias que hoy vivimos en España y que no se dan entre las democracias de nuestros vecinos europeos, Italia, Portugal, Francia, Bélgica, Alemania, Escandinavia, cuyos líderes, tanto socialistas, como liberales o conservadores, supieron crear un muro de contención contra el avance de la extrema derecha. Consecuencia de ello, es que hoy día tenemos un PP que, si bien en los años de la corrupción nos parecía lamentable, ahora mismo, compite en barbarie, infamia y villanía con la extrema derecha, y su jefe, Casado, ha dejado a España huérfana de una oposición viable, leal, de altura política que es imprescindible en cualquier democracia sana de un país que pretenda evolucionar. Casado, en competencia y rivalidad permanente con Abascal y la extrema derecha, ha convertido a la oposición española en poco menos que zafia, antipatriota y especialmente ahora “cuenta muertos”.
Vamos a imaginar por un instante que hubiera estado gobernando el PP y Vox cuando se declaró la pandemia del coronavirus. Lo más probable es que hubieran seguido los criterios de los líderes conservadores y ultraconservadores más afines a su ideología. Posiblemente Reino Unido, Estados Unidos y Brasil. Los tres países más infectados de contagios en menos tiempo porque sus presidentes veían, hasta hace pocos días, como cosa de debiluchos y mariquitas lo del miedo al virus. A ellos no les iba a afectar creían. Como la carta que Ayuso envió a los madrileños el 5 de marzo, diciendo poco menos que no pasaba nada. Como hizo Vox, el 8 de marzo, reuniendo a 9.000 personas bien juntitos todos en Vistalegre. Y ahora culpan a las feministas, pero solo a las españolas, ya que las manifestaciones del 8M se dieron en toda Europa.
Pero no, se agarran al mantra falso de Europa si lo hace bien, España lo hace pésimamente mal. Ergo, “váyase señor Sánchez, dimita usted y todo su gobierno y ya formaremos nosotros un Gobierno de Salvación”. Ergo hay que meter a Sánchez y todo su Gobierno en la cárcel. ¿Así es como ustedes pretenden proteger la salud de los españoles y paran el virus señores Casado, Abascal? Qué vergüenza de oposición. Así y todo, tienen la mano tendida porque lo quieran o no, ustedes también son necesarios para salir de esta. Ah, y dejen de decir mentiras, España es el país europeo que más pronto tomó medidas, y muy drásticas, en función de los contagios y muertes. Entérense de una vez que el virus no ha llegado a todos los países de una forma uniforme y al mismo tiempo. La OMS recomienda seguir el ejemplo español. Arrimen el hombro, ayuden, sean empáticos y compasivos con el sufrimiento ajeno, alégrense de las altas y de todos aquellos que salen curados y entre aplausos de los hospitales. Si. Esa es la imagen de esperanza que hay que dar a casi cincuenta millones de españoles encerrados en sus casas, precisamente para eso, para que puedan salir curados los enfermos de los hospitales. En eso consiste su sacrificio y su disciplina solidaria. Aprendan de ellos y tengan también ustedes disciplina solidaria y alegría por los que se salvan, y no utilicen más a los muertos. Y cuando todo esto pase, seguro que se sentirán mucho más felices por haber servido a su gente y colaborado con el Estado, que somos todos.
Y por cierto, llevan dos años llamando inútil, felón, indigno, traidor, y todo tipo de epítetos negativos del diccionario, y ahora asesino al Presidente del Gobierno. Y cuando la portavoz socialista, Adriana Lastra, les pone encima de las mesas las evidencias y datos que desmienten sus bulos y su campaña masiva de odio y rencor en redes, se ponen lastimeros y dicen que les han insultados. El mundo al revés. Como bien les dijo Lastra: “el que tiene la lengua larga tiene que tener el lomo duro”. O lo que es lo mismo, dejen de tener puño de hierro y mandíbula de cristal. El que da, encaja.