Críticas y reflexiones del sistema educativo: De un alumno, al mundo
Bueno, estoy aquí de nuevo para presentaros un artículo que escribo en calidad de estudiante. Esta vez, voy a reflexionar sobre el sistema educativo e invitaros también a vosotros, mis preciados lectores, a reflexionar también. ¿Están sus hijos felices cuando van cada mañana al instituto? ¿Tienen ganas de aprender o interés en algún campo en cuestión? La respuesta de la mayoría de vosotros será no, por supuesto.
Lo primero que voy a mencionar son las causas de estos sucesos. Primero, ¿está el sistema educativo bien estructurado? La respuesta es no, más bien está estructurado para otra época. A los jóvenes se les enseña a obedecer y no a reflexionar y a fomentar la curiosidad por el aprendizaje y el estudio. La labor del profesor es más que admirable, intenta enseñar su asignatura a pesar de la desgana del alumnado y estando encorsetado en unas reglas impuestas por el gobierno de turno.
Poco ha cambiado la escuela desde la revolución industrial, se intentan formar trabajadores obedientes, en vez de personas cualificadas. Hoy en día en el mercado laboral no cuenta el título sino la experiencia laboral y el saber aplicar los conocimientos adquiridos. En el sistema educativo, la mayoría de jóvenes pierde el interés en una asignatura concreta porque se memoriza sin entender nada de los datos que está aprendiendo ni cómo aplicarlos a la realidad.
La memoria es la herramienta más eficaz, pero también es un arma de doble filo. Hay que enseñarle al alumno que el conocimiento puede hacerlo más apto para ciertos trabajos y que las ganas de aprender nos hacen más resistentes a la manipulación, todo esto ligado al espíritu crítico. El cambio en nuestros jóvenes debe empezar en la sociedad en general, en tratar de formarlos lo mejor que se pueda, en tratar de premiar la competitividad y el esfuerzo.
La otra pregunta es: ¿Por qué se impide en el sistema educativo cursar ciertas asignaturas por ser de ciencias o de letras? Nuestros padres, los de los jóvenes actuales, estudiaban latín, griego y además física y química. Debo dejar claro que yo soy de ciencias y me gustaría tener también la asignatura de economía. Por todas estas cosas los alumnos, cuando se ven expuestos a nueva información, dicen frases tan celebérrimas como: “¿Para qué sirve estudiar historia si eso ya pasó?” Yo os lo contesto, porque para no repetir los errores del pasado es necesario conocerlos.
Otra cosa que he escuchado por ahí y me parece sinceramente una barbaridad es: “Si somos de ciencias, no tenemos capacidad de expresarnos en un lenguaje correcto porque nos especializamos en los números.” Pero vamos a ver, ¿acaso el científico no se comunica? También he escuchado por ahí: “Estoy en ciencias pero el año que viene me voy a mixtas o me paso a letras.” Entonces, ¿por qué pierdes el tiempo aquí?
La pena de todo esto es el dinero que costamos al Estado por cada alumno. Dinero que en muchas ocasiones se malgasta, se malgasta en alumnos que no estudian y les da igual todo. Esto último es una verdadera pena, porque muy pocos países tienen un sistema educativo de fácil acceso como el de España.
La conclusión a la que llego es que, la sociedad debe cambiar. Lo primero es no politizar la educación y dejar una única ley para ella y lo segundo, tratar de llenarles la mente a los niños con contenidos útiles y no con telebasura.