Para Caballas el ICD es un auténtico desastre. Esta afirmación –para el Grupo político- ha adquirido la condición de axioma en el mundo del deporte. Usuarios, deportistas, clubes, federaciones, todos sin excepción vienen sufriendo desde hace mucho tiempo, con una paciencia infinita y a veces transmutada en desesperación, las consecuencias de un organismo viciado hasta la médula que es irrecuperable. Así lo entendió el propio Gobierno que ya sometió a la consideración del Pleno, y aprobó, la disolución de este organismo autónomo que calificó de obsoleto y anquilosado.

Desde entonces nada ha cambiado, según el portavoz de Caballas añadiendo que, más bien al contrario, sus innumerables defectos y deficiencias se han ido aumentando y consolidando con el paso del tiempo. Y apunta a que, el Gobierno se limita a renovar reiteradamente su compromiso de regeneración cambiando los responsables (políticos y técnicos), que siempre empiezan con mucho entusiasmo diciendo “esto por fin va a cambiar” hasta que la triste realidad los convierte en nuevos militantes de la frustración: “no hay manera”.

Para Mohamed Ali, el ICD se ha convertido en un organismo cuya única finalidad es “amargar” la vida a todas las personas que aman el deporte en nuestra Ciudad. Se podría decir que, “sortear los obstáculos que pone el ICD es ya una disciplina deportiva en sí misma”.

Todo ello sin contar –subraya- con la nefasta gestión administrativa plagada de escándalos, entre los que destacan hechos insólitos como el de la Escuela Hípica o el caso de los Monitores de natación.

Es por ello para Caballas ya no basta con una mera declaración de intenciones, y en la próxima sesión del Pleno de Control al Ejecutivo, preguntara su portavoz, si:

Considera justo el Gobierno que todos los practicantes de todas las modalidades deportivas de Ceuta sean reiteradamente castigados por esa “apisonadora” del deporte que es el ICD.

Añadiendo si el Gobierno:

 Es consciente del daño que está haciendo a los deportistas y si tiene previsto el Gobierno poner fin a este “calvario”.

Y, por último:

Por qué no ha concluido el expediente de disolución, si piensa hacerlo y en qué sentido.