Ruido: un conversatorio sobre las voces violentadas
La ausencia, genera tanto en el hombre como en la mujer una forma de vacío agonizante que, a la larga, puede llevar a los mismos a debatirse en terribles batallas; llenas de dolor y tristezas acumuladas. Hay quienes, no pueden resistir la suma de dichos sentimientos encontrados y sufren de una forma convulsa, otros deciden vivir con tales tragedias y batallar diariamente mientras recogen cada pedazo que se les ha ido arrebatando en el día a día.
Los habitantes de América Latina en gran mayoría, nos vemos abrumados, cuando dejar nuestros territorios; ya sea por desplazamientos forzados, un mejor mañana o porque el país que habitamos se ha vuelto un territorio atroz que es dominado por maras, pandillas u otros grupos delictivos afines. Entonces recrearnos y salir adelante es casi imposible y decidimos buscar la utopía de la vida en algún país del extranjero, sea este; Estados Unidos, Canadá, España u otro país europeo que nos garantice la dignidad, que todo ser humano merece para su desarrollo personal y familiar, aunque en el camino a ese mejor mañana, nos podamos encontrar con horrorosas formas de sufrimiento y dolor.
Desde estas premisas, creo yo, surge la película “Ruido” un drama basado en la vida real, dirigido por la cineasta mexicana Natalia Beristáin. La autora, en esta obra, nos desgrana con rigor y ternura, la historia de muchas mujeres que se han visto destrozadas por la violencia general de un país que, creo yo, tiene una guerra contra sus féminas. La cineasta, recoge el testimonio de muchas mujeres que después de tantos años de dolor y lágrimas acumuladas, aún buscan a sus hijas e hijos desaparecidos, dejando claro que, no esperan del Estado una respuesta, ya que en muchas ocasiones este ente, también es responsable de tales desapariciones.
En nuestra América Latina, las desapariciones forzosas han dejado heridas que difícilmente van a lograr ser supuradas. Por lo general, las mujeres son las víctimas predilectas de éstos depredadores que, valiéndose del uso de armas y su poca hombría, someten a las féminas hasta drogarlas, violarlas y en un número notable de casos acabar con su vida. Éstos hechos son deleznables y creo que, los victimarios deberían ser juzgados con toda la dureza que debe existir en un Estado de derecho, pero en muchas ocasiones esto es solo una utopía, y las víctimas terminan siendo uno más en los listados de investigaciones policiales y los responsables siguen viviendo en la total y detestable impunidad.
Natalia Beristáin, en su guión, maneja las transiciones de manera perfecta, haciendo que su película recorra entre el testimonio y la denuncia que, termina siendo el factor que une a muchas mujeres en colectivos de búsqueda y movimientos en los que, entre otras cosas; se reúnen para tratar de encontrar a sus parientes desaparecidos y sanarse mutuamente.
El apartado fotográfico es algo que debo destacar, las imágenes de desesperación, de dolor, de indiferencia, sumado a ello los planos horizontales e iluminados, crean una atmósfera perfecta para sentir en carne propia -aunque no lo hayamos vivido- la suma de todo el dolor de las madres y mujeres que, aún buscan a sus hijos, esposos y demás seres queridos.
“Ruido” también es una denuncia que la cineasta realiza, contra aquellas estructuras que se unen para devastar a las mujeres y lo poco que queda de sus familias. Natalia Beristáin, supo utilizar su película para dar voz a aquellas féminas que decidieron guardar su dolor en lo más profundo de su corazón.
Los links abordan sobre las sentencias por desapariciones forzosas que tanto Honduras como México han recibido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. (CIDH)